La coordinación asistencial según expresan los expertos “es la capacidad de los servicios sanitarios para ofertar sincronizadamente un objetivo asistencial común sin que se produzcan desencuentros que perjudiquen al paciente”, por otro lado, la continuidad asistencial viene definida como “la percepción que tiene el usuario sobre la coherencia de esta asistencia coordinada, que recibe a lo largo del tiempo”.
A mi entender tres son las palabras clave en estas dos definiciones “sincronización”, “coherencia” y “coordinación” de las actuaciones. La primera porque traduce el ajuste temporal que es necesario realizar respecto de una serie de eventos o actuaciones, la segunda por lo que implica según la RAE (Real Academia de la Lengua Española) de “conexión, relación o unión de unas cosas con otras” y por último la coordinación, palabra que según la misma fuente trata de “unir dos o más cosas de manera que formen una unidad o un conjunto armonioso”.
En el ámbito de la sanidad la continuidad asistencial es una necesidad que es imprescindible potenciar e impulsar especialmente teniendo en cuenta las enormes ventajas y oportunidades que nos ofrece la tecnología digital. De hecho, sin duda es uno de los elementos más importantes de gestión a la hora de tratar de conseguir los mejores resultados sanitarios y de salud, puesto que el individuo, la persona y su salud en el entorno asistencial conforman un constructo que implica el sumatorio de los diferentes entornos sanitarios y sociosanitarios por los que transita a lo largo de su vida.
Para desarrollar este elemento de continuidad de una forma estratégica es necesario tener en cuenta los tres principios ya descritos: sincronización, coherencia y coordinación, máxime teniendo en cuenta que nuestro sistema sanitario goza de una doble titularidad, pública y privada (a esta última están adscritas más de 11 millones de personas en nuestro país, es decir, que uno de cada cuatro españoles posee un aseguramiento privado de salud).
Por otro lado, en este mismo contexto de continuidad es importante también tener en cuenta la atención sociosanitaria que implica e involucra a todas aquellas personas que por sus características físicas o psicológicas precisan de un soporte asistencial continuado prestado por profesionales y expertos en esta materia tan sensitiva y sensible. No en vano es en esos momentos y circunstancias en los que la persona precisa de un seguimiento y monitorización más personalizado y exhaustivo.
Qué decir sobre esta tarea asistencial continuada en su acepción holística, que debe contemplar todas las actividades relacionadas con la atención farmacéutica prestada en farmacia, una tarea imprescindible que permite entre otros beneficios el seguimiento adecuado de los tratamientos interpuestos, adherencia a los mismos, monitorización de la tolerancia y efectos secundarios de los medicamentos, interacciones medicamentosas, tareas de farmacovigilancia en general, etcétera, así como la evolución de los hábitos saludables desarrollados por el propio individuo.
Llegados a este punto no podemos olvidar la definición que da la Organización Mundial de la Salud (OMS) acerca de lo que es y significa la palabra salud “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Cita que procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados, y entró en vigor el 7 de abril de 1948. La definición no ha sido modificada desde 1948.
Apostillando y reforzando este concepto es bueno echar un vistazo a algunos de los cánones introducidos por la Filosofía, en el sentido de que el ser humano, considerado como individuo, “es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su presente, y sobre aquello que proyecta en su futuro, así como para discernir entre aquello que en una escala de valores se le presenta como lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, o lo justo y lo injusto”.
“En el ámbito de la Sanidad la continuidad asistencial es una necesidad que es imprescindible potenciar”
Este hecho de evidente perfil holístico nos debe hacer reflexionar acerca de la importancia de la salud mental y el bienestar social además de por supuesto del buen estado físico. Esto nos lleva a concluir que, en el hecho continuado asistencial y en su desempeño estratégico es muy importante tener en cuenta todos los aspectos psicológicos además de los puramente clínicos o terapéuticos.
Es por ello que a la hora de hablar de mantener una continuidad asistencial es muy importante, además de lo ya expuesto, tener en cuenta el componente psicológico y el entorno social en el que la persona desarrolla su actividad diaria. Por ello tareas como las practicadas por los especialistas y expertos en esta materia son fundamentales y de hecho deberían también incorporarse de algún modo a la biografía de salud del paciente.
Historia clínica digital interoperable
En este punto biográfico me gustaría detenerme. A pesar de que la denominación de una herramienta de primer orden en el seguimiento de un paciente puede parecer baladí, creo que llamar a las cosas por su nombre es bueno y por ello la biografía digital de salud o como se viene utilizando en atención primaria la historia digital de salud, creo que son formas correctas a la hora de denominar un documento en formato electrónico que permite integrar todos los datos asistenciales y de salud de una persona de tal forma que puede transitar con ellos por el sistema libremente y los puede utilizar según su propio criterio. Esto incide directamente en el desarrollo de una atención más personalizada, predictiva y participativa máxime teniendo en cuenta las enormes posibilidades que nos ofrecen las diferentes herramientas relacionadas con la ciencia de los datos a la hora de establecer conclusiones válidas relacionadas con el proceso de enfermar.
Generar un espacio único en el que las personas, los pacientes, dispongamos de todo nuestro bagaje y recorrido asistencial y de salud es esencial y para ello es necesario articular muchas palancas, tanto administrativas, como jurídicas, profesionales, económicas, culturales y sociales entre otras. Por supuesto que, sería imprescindible definir su contenido, alcance y uniformidad a la vez que dotarla de una capacidad más que evidente de interoperabilidad, pero la ciencia y la tecnología lo permiten, por lo tanto, la cuestión es ¿por qué no avanzamos de una forma más ágil en este contexto una vez que nos puede aportar, sin duda, una mejora más que evidente en los resultados que pudiéramos alcanzar?
La justificación para implantar una historia digital de salud única interoperable en la que se asiente un continuo asistencial es más que evidente, por ello y ante los enormes retos que nos plantea el futuro no podemos quedarnos expectantes a que las cosas ocurran sin más, hemos de tratar de liderarlo a la vez que contribuir a diseñarlo y una buena forma de hacerlo es siendo pioneros en esta materia, tal y como nos viene demostrando esta infausta pandemia en la que la vertiente de la comunicación electrónica ha tenido un protagonismo muy especial.
Es curioso, pero muchas veces hemos de ser capaces de imaginar lo que ocurriría si dispusiéramos de toda la información de salud de las personas de una forma integrada, interoperable y disponible no solo a afectos asistenciales en general, sino también desde el punto de vista de investigación y desarrollo de nuevos abordajes, procesos y procedimientos que incidieran en una mejora de los resultados sanitarios en términos de eficiencia, acceso, calidad y seguridad, resolución asistencial, experiencia de paciente, entre otros.
Esto que podría parecer una obra de titanes, indudablemente precisa dar un primer paso, establecer un planteamiento estratégico conjunto que sea inclusivo, que involucre a todos los agentes implicados y que no tenga en cuenta ni apriorismos ni dogmatismos que a nada positivo conducen. Es tan simple y a la vez tan complejo como sumar esfuerzos en todos los sentidos y multiplicar voluntades teniendo en cuenta que la salud y la sanidad nos compete a todos y no solo a unos cuantos por numerosos que sean.
El hecho y el afán colaborativo en este plano de actuación en el que la salud, la sanidad y la innovación tecnológica se dan la mano es esencial, tal es así que de otra forma seremos incapaces de acompasar nuestro ritmo con el de las necesidades y retos que progresivamente nos plantea nuestra sociedad, y este tren desde luego que no podemos dejarlo pasar, puesto que en ello va el bienestar de una sociedad que ya ha manifestado por activa y por pasiva que la salud es el bien más preciado que tenemos.
Ciberseguridad y protección de datos
Un último apunte antes de finalizar esta reflexión, en este contexto dinamizador y disruptivo de la tecnología digital en post de unos mejores estándares de calidad de vida y bienestar hay dos factores que es importante tener muy en cuenta. El primero y no por ello más relevante el de la ciberseguridad, es decir, el de la seguridad de la información y de las herramientas y canales que utilizamos en la práctica diaria, y en segundo lugar el de la imprescindible protección de los datos tal y como expresa y exige la normativa vigente recogida por ejemplo en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).
Construir una arquitectura digital no es un reto sencillo, más bien todo lo contrario, requiere planificación y adecuación a las necesidades de cada entorno además de un aspecto que enlazando con el punto anterior es clave, las estrategias de prevención de cualquier incidente que pueda suceder relativo a la seguridad de la información y los datos personales y el diseño de planes de actuación en caso de que ocurra cualquier incidente, para lo cual la disponibilidad de un manual de crisis con procesos y procedimientos preestablecidos es un factor muy a tener en cuenta.
En definitiva y como conclusión, el futuro viene de la mano de los principales avances en al menos tres áreas “Smart Technology”, “Evidence / Data Science” y “Safety” todas ellas imprescindibles. Disponer de tanta información y no aprovecharla en beneficio del paciente sería un error máxime cuando disponemos de la tecnología que permite analizarla y obtener resultados en términos predictivos y de resolución efectiva de problemas de salud aun no resueltos (ejemplos mancomunados y participativos de éxito tenemos en Europa con proyectos como Harmony, Óptima o Facet y en España con Hexin y Tartaglia, un proyecto público-privado, un consorcio que tiene como objetivos, el entrenamiento federado y seguro de modelos de inteligencia artificial garantizando la privacidad de los registros de pacientes y la mejora de la práctica clínica, contribuyendo a desarrollar una medicina más personalizada y de precisión, mejorando los tratamientos de los pacientes y acelerando los ensayos clínicos, entre otros aspectos).
La enfermedad no admite demoras a la hora de implantar una innovación y es por ello que hemos de ser ágiles en su abordaje. La tecnología digital en salud y sanidad ya no es una opción, es una necesidad que redunda de forma directa en el paciente y por lo tanto en la mejora de su calidad de vida, bienestar y resultados.