Siendo un gravísimo problema la lista de espera quirúrgica no es el problema fundamental del sistema sanitario. Más bien es la consecuencia de la incapacidad capacidad del sistema sanitario de resolver su demanda. La lista de espera debe ser abordada como la resultante de las dinámicas de entradas y salidas de pacientes de la misma. Es, pues, un indicador de la capacidad del sistema sanitario de resolver su demanda. Al cierre de 2022, la lista de espera suponía el 27,6% de la actividad quirúrgica pública, porcentaje con tendencia al crecimiento (en 2019 apenas superaba el 22%). Razonablemente, a más porcentaje, mayor gravedad del problema que suponen los pacientes en espera.
El análisis de las entradas y salidas de las listas de espera quirúrgicas es vital, por tanto, para la planificación de recursos en un hospital por varias razones estratégicas y operativas:
Gestión de la planificación quirúrgica.
Planificación de las necesidades de personal.
Adquisición y gestión de suministros.
Previsión de la necesidad de camas.
Reducción de tiempos de espera.
Planificación presupuestaria más exacta.
Preparación para variaciones estacionales.
Planificación estratégica y operativa a largo plazo.
Respuesta a emergencias derivadas de las esperas.
Mejora continua.
Hemos dado una “vuelta de tuerca” al conocimiento e interpretación del fenómeno de la lista de espera quirúrgica bajo esa óptica, intentando entender el «por qué» de la lista de espera, que no es más que una resultante de las entradas y las salidas. Una reflexión que apunta al desarrollo de un cuerpo metodológico y de indicadores que ayuden a su interpretación.
Cada dos pacientes intervenidos, uno sale de la lista de espera
O “tan solo” uno, según se mire. El resto de las intervenciones quirúrgicas (1,5 millones en el año 2022) lo son de pacientes no contemplados en los datos publicados. O son pacientes que no estaban programados, fundamentalmente por intervenciones urgentes (aunque también hay intervenciones urgentes que estaban programadas). Estos se sitúan en torno a los 600.000 casos anuales (30% de las salidas por intervención).
Analizando las entradas
En el análisis de la lista de espera es determinante conocer el comportamiento de las entradas en el mismo, pues es el dato que regula la presión asistencial quirúrgica del sistema sanitario. Su conocimiento va a ayudar a tomar las mejores decisiones para su gestión.
El sistema sanitario está intentando recuperar su velocidad de crucero después del impacto de la pandemia en el año 2020, consiguiendo aumentar la actividad diagnóstica y con ello las indicaciones quirúrgicas realizadas. La pandemia ha tenido un impacto considerable en las listas de espera quirúrgicas, observándose una reducción significativa de 2,19 millones de entradas en lista de espera. Paralelamente, crece el número de entradas en lista de espera quirúrgica, pero con tendencia a la ralentización de los crecimientos año a año, a medida que el sistema se acerca a la máxima capacidad de producción.
Como consecuencia:
Nueve pacientes entran en lista de espera por cada cien consultas sucesivas de especialidades quirúrgicas: las indicaciones quirúrgicas, que se convierten en entradas de lista de espera quirúrgica, tienen su origen principal en la atención ambulatoria, fundamentalmente de las consultas sucesivas, las cuales suelen realizarse tras pruebas complementarias para el diagnóstico (en los casos de que el tratamiento propuesto es el quirúrgico). De hecho, existe una correlación muy elevada entre el número de consultas y las entradas en lista de espera.
Cada variación de cien consultas sucesivas (incremento o decremento), aumentan en 11 las entradas en lista de espera quirúrgica.
Por cada 1% de incremento de las indicaciones quirúrgicas, se traduce en 1.500 pacientes que entran en la lista.
Se mantiene una ratio de 300 paciente en lista de espera por cada 1.000 entradas en lista de espera.
Las salidas de lista de espera quirúrgica
Las salidas de la lista de espera quirúrgica no siempre son como consecuencia de haber pasado por el quirófano. Pues en el intervalo de tiempo que va desde la indicación hasta la intervención pueden ocurrir diferentes acontecimientos: fallecimiento del paciente, la salida voluntaria por parte del mismo (por irse a intervenir en la atención sanitario privado, por ejemplo), la resolución del problema sanitario por otros tratamientos no quirúrgicos, circunstancias sanitarias o que una persona desaconseje al paciente la intervención de manera transitoria, etcétera.
Es importante diferenciar entre las circunstancias que realmente suponen una salida de lista de espera (petición del paciente parece operar fuera del sistema público, por ejemplo) de aquellas que son una salida meramente a efectos estadísticos, como puede ser la aparición de circunstancias clínicas que desaconsejan su intervención de manera temporal. En estos casos, el paciente sigue formando parte de la demanda a resolver, aunque de momento no sea necesario resolverlo.
El análisis que aquí se realiza arroja luz sobre estos comportamientos:
La proporción de salidas por intervención, con tendencia a perder peso en el conjunto de salidas de lista de espera. En el año 2022, el 57,7% de las intervenciones quirúrgicas públicas provenían de la lista de espera quirúrgica.
875,8 pacientes en espera por cada 1.000 salidas por intervención quirúrgica (año 2022). Es decir: 121,4 más que antes de la pandemia. Datos fundamentales que arrojan luz sobre la complejidad creciente de resolver el problema de los pacientes en espera.
El segundo semestre se ha caracterizado siempre por tener menos salidas que el primer semestre.
Las intervenciones quirúrgicas no programadas representan un volumen de casi el 30% de las salidas por intervención (608.899 en el año 2022), lo que subraya la importancia de estas intervenciones dentro del sistema de salud y la necesidad de ajustar y optimizar continuamente la gestión de las listas de espera para mejorar la eficiencia y la atención al paciente.
Las intervenciones no programadas, una válvula de liberación de presión
Uno de cada cuatro pacientes intervenidos quirúrgicamente en el sistema público no llega a pasar por la lista de espera.
Por otra parte, el número de pacientes intervenidos sin planificación (normalmente urgentes) viene a aliviar las entradas en lista de espera, pues estos pacientes no llegan a ser contabilizados en las mismas.
El endémico efecto segundo semestre del año
Históricamente, el segundo semestre del año siempre ha mostrado menos entradas y salidas que el primer semestre. Además, se ha observado que, a mayores incrementos intersemestrales de entradas en junio, le siguen reducciones en las salidas en diciembre, lo que sugiere una dinámica estacional en la gestión de las listas de espera.
Por tanto, si se quiere provocar el efecto venturi para disminuir las listas de espera no hay que enfocarse en las consecuencias e ir directamente a las causas. Encontrando relaciones entre las mismas es posible encontrar luz al final del túnel. De lo contrario se me antoja una hazaña imposible.