La Atención Primaria es, con razón, uno de los grandes debates y retos de la sanidad. En España como en otros países de nuestro entorno. Tanto el debate como el reto se centran en diferentes puntos críticos entre los que cabe destacar: la cuestión de la respuesta asistencial a tiempo, la presión asistencial soportada por los profesionales sanitarios, la derivación de actividad Atención Hospitalaria o la atención de pacientes crónicos en coordinación con otros servicios asistenciales.
La eficiencia de la Atención Primaria determinante en la intensidad de recursos necesarias en otros servicios de la prestación sanitaria. Su capacidad de solución de los problemas de salud que atiende va a determinar la presión asistencial en los siguientes eslabones.
Se da por hecho que la Atención Primaria está en un momento de crisis, que debe ser reformada, que los tiempos dedicados a los pacientes son insuficientes, que la presión asistencial de los profesionales es inasumible. Entre otras cuestiones como puede ser la cuestión retributiva, que no es objeto de nuestro análisis, en este momento.
Con el fin de arrojar algo de luz a este complejo problema, y con ánimo de ser útiles para aquellos que tienen que tomar decisiones en el ámbito de la Atención Primaria, acabamos de publicar en el marco del Proyecto Venturi, un segundo avance sobre el particular. Sin querer condicionar el análisis que cada uno quiera hacer a la vista de las gráficas y datos que facilitamos, desde nuestro punto de vista las principales conclusiones que podemos extraer son:
Inicio del camino a la normalización de la actividad en el año 2022. La presión asistencial sufrida en los dos años anteriores (sobre todo en el 2021) era una cuestión coyuntural provocada por la pandemia. De hecho, la actividad asistencial de la medicina de familia tenía una clara tendencia a disminuir hasta el año 2017. Tendencia que empieza a cambiar ligeramente en el 2018 y 2019, si bien los servicios asistenciales tuvieron que adaptarse los siguientes años a un incremento exponencial de actividad, que los llevó en el año 2021 a resolver el volumen de actividad más elevado, al menos desde 2010.
Más actividad en el año 2022 que antes de la pandemia, pero menos intensidad de recursos. Aunque disminuye la actividad con respecto al año 2021, la actividad en la Atención Primaria en ese año se mantiene elevada, fruto de la canalización de la demanda no resuelta de patología no COVID en el año anterior. Sin embargo, la intensidad de recursos necesarios para resolverla experimenta un crecimiento más sostenido, fundamentalmente por derivarse actividad presencial a teleconsulta, menos exigente en tiempos. De tal manera que en el año 2022 la intensidad de recursos necesarios era inferior al año anterior a la pandemia.
Diminución de la presión asistencial por profesional sanitario en el año 2022 con respecto al 2021. Al haber aumentado el número de profesionales en todas las categorías analizadas (medicina general, pediatría y enfermería), y al haber disminuido la actividad paralelamente, se produce un efecto reductor de la presión asistencial individual.
Más ciudadanos utilizan los servicios de Atención Primaria, pero en menos ocasiones. Aunque cada vez más personas utilizan los servicios de Atención Primaria, la frecuencia con lo que lo hacen viene disminuyendo desde el año 2018. Consecuentemente el número de personas con más de un problema de salud disminuye (comorbilidad).
La enfermería de Atención Primaria, fundamental ante la coyuntura generada por el COVID. Cabe destacar la labor de la enfermería durante la pandemia. En esos años de pandemia incrementó su papel hasta realizar cuatro de cada diez actos que se realizaban en consultas de AP, si bien ya en el año 2022 se normaliza su contribución en términos porcentuales. Aunque en el año 2022 normaliza la frecuentación por persona y año, la misma se había visto incrementada en un 25% entre el año 2020 y el año 2021.
La teleconsulta sigue teniendo un papel fundamental para poder afrontar el momento coyuntural complicado del COVID, y sus efectos durante el año 2022. Ni el número ni el porcentaje de consultas presenciales suponen lo mismo que antes de la pandemia. En 2022, todavía la atención telefónica sigue suponiendo tres de diez consultas realizadas.
Recuperación a niveles prepandemia de la derivación de actividad a especialidades vía interconsultas en el año 2022. Cuestión que viene a impactar en el crecimiento de la lista de espera de primera consulta de especialista. Aun así, la pregunta es cuántas de los cuatro millones de interconsultas de diferencia del año anterior es por demanda oculta, por acceso directo a atención especializada o por disminución de la casuística derivada. Aspecto este que debería analizarse más en profundidad.
Hetereogeneidad entre comunidades autónomas como norma en todos los parámetros analizados. Cuestión que hace muy interesante el debate de las diferentes políticas y modelos organizativos y su impacto en la actividad, los recursos, al presión asistencial, la capacidad de resolución, etc.
Todas estas cuestiones deben tenerse en cuenta y ser evaluadas en profundidad a la hora de planificar los recursos necesarios. Y con perspectiva de futuro para no tomar decisiones reactivas a cuestiones coyunturales. Decisiones que pueden tener un carácter estructural, que requieren de una visión a medio plazo (o largo), anticipándose tanto a la evolución normal de la actividad. Y prepararse ante posibles contingencias. Y deben ser abordadas según la realidad de cada comunidad autónoma, dado el carácter que rompan el tablero, como la pandemia ha demostrado que pueden ocurrir. Y sin “café para todos”, pues la realidad de cada territorio es distinta y compleja a la vez.