Había que abordarlo.

Como sector, llevamos muchos años analizando, debatiendo y generando informes sobre las necesarias reformas en atención primaria, su capacidad de respuesta y las posibles mejoras. Planes, protocolos, tribunas y debates son innumerables. Sin embargo, todo este esfuerzo se ha centrado principalmente en modelos, la gestión de los recursos disponibles y en determinar si su cuantía es suficiente o insuficiente para las tareas a desempeñar. Pero todos estos análisis carecen de una base realista si no se profundiza en la demanda asistencial, sus causas, su comportamiento y sus dinámicas.

Evidentemente, aunque la población asignada es un factor trascendental, no es ni mucho menos el único determinante. Basarse exclusivamente en ella como criterio de planificación genera inconsistencias significativas en las decisiones. En el último estudio del Proyecto Venturi que acabamos de publicar, hemos abordado este particular con el fin de arrojar algo de luz sobre este complejo reto: comprender en profundidad la dinámica de la demanda asistencial en atención primaria, con el fin de establecer un camino de análisis que permita tomar decisiones basadas en datos fiables. Solo comprendiendo la demanda en atención primaria se puede abordar con un cierto rigor la del resto del proceso asistencial.

Otro aspecto clave es la heterogeneidad en el comportamiento de la demanda entre territorios, relacionada con la diversidad poblacional, sus circunstancias y los diferentes modelos organizativos y criterios de funcionamiento entre comunidades autónomas. Este análisis incluye también una comparativa detallada entre las comunidades autónomas, lo que enriquece las conclusiones y permite adaptar estrategias a las particularidades de cada territorio.

Aproximación a los determinantes de la demanda asistencial

La demanda en atención primaria está influida por una amplia gama de factores que van más allá de lo demográfico. Entre los más destacados se encuentran:

Prevención y gestión de enfermedades crónicas. Los programas de prevención y manejo de enfermedades crónicas son clave para reducir la incidencia de urgencias y consultas recurrentes. Diseñar protocolos eficaces para la detección temprana y el tratamiento preventivo puede disminuir considerablemente la presión asistencial.

Estructura organizacional y protocolos de atención. La eficiencia en la organización y los protocolos clínicos impactan directamente en la gestión de la demanda. Una estructura bien diseñada permite reducir tiempos de espera, optimizar recursos y mejorar la experiencia del paciente.

Grado de coordinación e integración de servicios de salud. La coordinación entre atención primaria, especializada y servicios comunitarios genera un enfoque holístico que aborda no solo las enfermedades, sino también la promoción de la salud.

Tecnología y digitalización. La incorporación de herramientas tecnológicas facilita el seguimiento de pacientes crónicos, la implementación de la telemedicina y la mejora en la gestión de casos, aliviando así la carga sobre los centros de atención primaria.

Penetración de la actividad privada. La existencia y accesibilidad de servicios privados puede modificar el comportamiento de la demanda en el sistema público, desviándola o complementándola según el caso.

Hábitos poblacionales. La promoción y adopción de hábitos saludables, así como la percepción de necesidad de atención médica, influyen significativamente en la utilización de los servicios sanitarios.

Atención derivada de la especializada. La presión asistencial en primaria también se ve afectada por las decisiones de derivación desde atención especializada, lo que requiere una adecuada alineación organizativa para evitar desajustes en los recursos disponibles.

Decisiones de los profesionales sanitarios. Los criterios clínicos utilizados por los profesionales para determinar la necesidad de seguimiento o derivación tienen un impacto directo en la intensidad de la demanda.

La importancia de medir la demanda más allá del número de usuarios

Los datos recientes sobre la atención en 2023 confirman la complejidad de este fenómeno:

Incremento de casos atendidos. La evolución interanual muestra un aumento significativo de 5,12 millones de casos respecto al año anterior, alcanzando 111,39 millones de casos en 2023. Este crecimiento sugiere una recuperación tras el impacto inicial de la pandemia, pero también evidencia una mayor utilización de los servicios.

Distribución por grupos de edad. Aunque la mayoría de los casos corresponden al grupo de 15 a 64 años (58,62%), el grupo de mayores de 65 años representa un 32,25%, confirmando la creciente presión de las enfermedades crónicas en esta población. Por otro lado, los niños de 0 a 14 años representan solo el 9,13%, en consonancia con la disminución progresiva en términos poblacionales.

Evolución de casos atendidos por grupos de edad. Entre 2019 y 2023, se observa un aumento destacado en el grupo de 15 a 64 años, que concentra la mayor parte de los casos atendidos, seguido por un crecimiento moderado en los mayores de 65 años. Este patrón refuerza la importancia de adaptar los recursos a las necesidades de estos dos grupos, que presentan mayor presión asistencial.

Casos atendidos por persona con tarjeta sanitaria. El número de casos atendidos por persona ha aumentado sostenidamente desde 2016, alcanzando 8,61 casos por persona en 2023.

Casos atendidos en el mismo año. El porcentaje de casos atendidos con origen en el mismo año se ha estabilizado en torno al 27%, lo que sugiere una gestión más eficiente en el cierre de episodios asistenciales recientes, aunque queda margen para mejorar en los casos prolongados.

Estos datos refuerzan la necesidad de estrategias adaptadas a las necesidades de cada grupo poblacional y la importancia de entender los patrones de demanda a lo largo del tiempo.

Gestión eficiente de la demanda

Gestionar la demanda asistencial implica tanto canalizarla de manera adecuada como frenar aquella que no debería producirse. Como bien señaló D. Pedro Laín Entralgo, “el paciente no va al médico porque esté enfermo, sino porque se siente enfermo”. En este contexto, el profesional debe determinar la necesidad real de atención, mientras que la gestión de recursos debe enfocarse en:

Informar y educar a la población. Proporcionar información clara sobre cómo y cuándo utilizar los servicios sanitarios.

Facilitar canales alternativos. Fomentar el uso de herramientas como la telemedicina o consultas virtuales para casos no urgentes.

Oportunidades para todos los actores del sector

Conocer el comportamiento de la demanda asistencial no solo es vital para los profesionales sanitarios y los gestores, sino también para la industria que suministra tecnología, consumibles y servicios. Este análisis permite identificar oportunidades de mejora y desarrollo, tanto en la planificación de recursos como en la creación de soluciones innovadoras que respondan a las necesidades reales del sistema.

En resumen, entender y gestionar la demanda asistencial es una asignatura pendiente que requiere un enfoque multidimensional y coordinado. Solo así podremos optimizar los recursos, mejorar la calidad del servicio y garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario.