La farmacia como la conocemos hoy es un servicio de primera necesidad entre la población. No entenderíamos nuestra sociedad sin saber que el establecimiento de farmacia que todos conocemos, a pie de calle, está permanentemente a nuestra disposición para la obtención de los medicamentos prescritos o para que el farmacéutico nos aconseje el medicamento adecuado en caso de no ser necesaria la prescripción.

Mucho ha cambiado la farmacia en pocos años y es verdad que tiene que seguir reinventándose en la continua adaptación de las necesidades que en el terreno de la salud plantea la sociedad dentro de su labor asistencial que como a tantos sectores puso a prueba la pandemia ya, afortunadamente, superada.

El farmacéutico tiene vocación de servicio y esa vocación debe estar correspondida por el apoyo de las administraciones, sin el cual este servicio socialmente valorado de muy bueno no podría, no solo evolucionar, sino que no podría atenderse con la intervención de precios que tiene España.

Pasarán años, quizás décadas para que los ciudadanos mayores tengan las costumbre de no ir a la farmacia para recibir el consejo verbal del farmacéutico, será un cambio de cultura para que las nuevas tecnologías marquen un camino más impersonal y posiblemente menos efectivo.

Los tiempos son los tiempos, hoy más de uno echamos en falta la atención personal en las entidades bancarias, por ejemplo, pero esa desafección imparable lleva precisamente a entender que a los bancos lo que menos les interesa son los ciudadanos y los ciudadanos a entender que los bancos son un mal necesario; en modo alguno debería llegarse a este extremo en el caso de la farmacia, donde las personas mayores necesitan de esa atención farmacéutica que tan buenos resultados han dado a la sociedad civil.

‘En la farmacia asistencial la presencia del profesional farmacéutico es insustituible’

Si pacientes y ciudadanos renunciáramos a acudir a la farmacia por tener que tramitarlo todo vía telemática y con tecnología de última generación, estoy convencido que el farmacéutico se convertiría en un mero instrumento moderno sin ese plus profesional que ha conquistado de la relación personal con sus pacientes.

Entiendo que, sin despreciar las nuevas tecnologías con su lado positivo y necesario, si los pacientes dejaran de acudir a la farmacia para obtener el consejo de este profesional sanitario, colocaría al farmacéutico en un camino de regresión absoluto, casi en un profesional fácilmente sustituible por máquinas inteligentes, en un momento en el que se habla precisamente de la humanización de la sanidad, con su marchamo asistencial.

Para que ese grado de aplicación tecnológica llegue tienen que cambiar mucho las cosas. Nueva legislación y posiblemente menos garantías en la custodia de los medicamentos; se sigue apreciando la necesidad de unos prospectos asequibles al lenguaje de los ciudadanos; igual la inteligencia artificial es capaz de traducir al ciudadano común las ventajas o inconvenientes del medicamento que de la lectura del prospecto es imposible extraer; serían bien venidos mensajes tendentes a que los tratamientos se cumplan evaluando los perjuicios para que todos entendamos lo que supone el abandono de los tratamientos prescritos de forma arbitraria.

La salud digital, dicen algunas fuentes que va ganando terreno; no seré yo quien diga que sea malo, ni tan siquiera que mejor que no se tenga en cuenta, pero en la farmacia asistencial la presencia del profesional farmacéutico es insustituible, por lo que yo rompo una lanza por esa presencia, sin perjuicio de la utilización de aquellos avances tecnológicos que no sean excluyentes.

Cuestión distinta en la implementación de nuevas tecnologías en la industria farmacéutica, lo normal es que esté lejos de lo que supone lo asistencial para centrarse más en la producción y la utilización de productos sanitarios que no en medicamentos, aunque de todo habrá.

¿Se puede pensar en una revolución en la farmacia asistencial en un futuro próximo?, entiendo que no, aunque pienso que la modernización de determinados aspectos, que serían evaluados en su momento y paso a paso, también serían necesarios para ir acompasando el servicio asistencial de la farmacia a las necesidades y realidad social de cada momento.