Con la aprobación del documento sobre “Estrategia farmacéutica para Europa” en noviembre de 2020 por la Comisión Europea, se “pretende crear un marco regulador orientado al futuro y apoyar a la industria en la promoción de la investigación y las tecnologías que llegan realmente a los pacientes para satisfacer sus necesidades terapéuticas”.
La actualización de la legislación farmacéutica de la Unión Europea es un asunto pendiente que tienen previsto para el año 2022, aunque esta terea es harto complicada por lo farragoso y exceso de normativa con la se tropieza a cada paso que se da.
En este proyecto de ambicioso calado, el paciente se convierte en centro de todas las miradas y para ello se requieren políticas que verdaderamente hagan del paciente el protagonista al que se debe cuidar; mucho se viene hablando, desde hace tiempo sobre ello, y lo que hay que hacer es pasar de la teoría que es brillante, a los hechos y a la realidad.
El fomento de la competitividad de la industria es otro de los pilares del proyecto europeo que tiende a que exista programas de investigación y desarrollo sobre todo en lo atinente a medicamentos innovadores y el acceso a los mismos por todos los ciudadanos en igualdad de condiciones.
La innovación en medicamentos, con todas sus derivadas, es un factor de gran importancia, como importante es que las administraciones cuiden que la equidad y la universalidad pueda ser respetada para salvaguardar un sistema justo.
Es verdad que el deseo de Europa es tener un sistema universal en todos y cada uno de los países integrante de la Unión, como es verdad que hay fervientes deseos de que se invierta más en investigación y que los medicamentos sean más seguros, eficaces y de alta calidad y para ello deberemos hablar más de inversión real, como debemos hablar de sistemas de farmacovigilancia efectivos.
Todo lo anterior requiere no solamente de financiación (al parecer, según comentan, no hay problema, aunque yo soy escéptico cuando los presupuestos para la sanidad pública en España son cada vez más pírricos) sino también requiere de un modelo de gestión que haga sostenible un sistema que en España (por descender a lo doméstico) es más complicado de conseguir.
“El deseo de Europa es tener un sistema universal en todos y cada uno de los países integrante de la Unión”
En un momento de recesión económica como la actual en toda Europa, con graves problemas en sectores estratégicos, con un déficit en España “de caballo” y con una inflación que hace difícil hasta respirar, hablar de “poner un pie en Marte”, está muy bien, pero se necesita dinero y hoy el dinero tiene otras preferencias gubernamentales, sabiendo y conociendo que a poco que pase el tiempo estos proyectos se quedan obsoletos porque surgirán nuevas necesidades y preocupaciones y muy posiblemente no coincidirían ya con estas estrategias farmacéuticas de las que se habla, y entraríamos en un bucle.
Este es un asunto crucial para la industria farmacéutica que necesita subirse al tren del reconocimiento público para coger fuerza y respaldo, como también es importante, sin duda, para la población si estas pretensiones fueran verdaderamente realizables, pero me temo que estamos en el peor de los momentos para plantearnos este viaje, en una Europa que es ahora cuando ha mostrado algo de acción común, (si excluimos los intereses de cada país), precisamente con motivo de la invasión de Ucrania por parte de Rusia; una Unión Europea que, una vez más, ha demostrado que la burocracia existente es tanta que no da para hacer las cosas importantes que necesitan los ciudadanos y ha mostrado su bisoñez en materia energética, por ejemplo, precisamente por no tener previstas alternativas.
Así con todo, desde ASEDEF quisimos analizar esta “Estrategia farmacéutica europea”, y para darle visos de realidad la hemos hecho descender a nivel de comunidad autónoma que son quienes gestionan el día a día de las necesidades, de las luces y las sombras, de las preocupaciones sanitarias de los ciudadanos; es una visión real de quienes tienen que sortear las dificultades para mantener un mínimo de calidad frente a las demandas cada vez más numerosas de la población en cuestión de salud.
De las sesiones hasta ahora celebradas y las que se celebrarán a lo largo de este año en la Real Academia Nacional de Farmacia, se desprende la heroicidad de cuanto hacen con tan poco apoyo del Gobierno para arreglar el descontento de ciudadanos y profesionales que ven como día a día la calidad de la Sanidad no mejora como tampoco mejora las expectativas profesionales y, no es porque no haya ideas que las hay y muy buenas, sino porque lo que no hay es dinero para esto de la salud. No obstante, aunque no veamos Marte a simple vista, siempre nos queda el consuelo de que sabemos que existe.