El 2021 está llamado a ser un año muy importante para los pacientes oncológicos y sus familias y, por supuesto, para los profesionales sanitarios.
En efecto, contamos con una nueva Estrategia, asentada sobre la experiencia acumulada a partir de la que vio la luz en 2006, y también con el Plan Europeo, lanzado por la Comisión en febrero pasado.
Una y otro abren un horizonte positivo, abierto a la esperanza y capaz de hacer frente con éxito a esta grave patología, que es la segunda causa de muerte en nuestro país.
Desde hace tiempo la Unión Europea ha venido impulsando y llevado a buen puerto importantes iniciativas orientadas a fomentar la acción colaborativa entre los estados miembros en investigación, políticas de prevención, diagnóstico y tratamiento oncológicos.
A estos objetivos básicos, el Plan Europeo incorpora ahora una especial atención a la mejora de la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores, las enseñanzas de lo sucedido durante la COVID-19 para tenerlas presentes ante futuras pandemias, una apuesta decidida por el cribado y por la Medicina Personalizada de Precisión, por la transformación digital y por la reducción de las desigualdades.
Según el Plan Europeo, compartir datos y difundir información ha de ser una herramienta fundamental para promover nuevos avances en oncología.
Vacunas, una generación libre de alcohol y de tabaquismo, dieta sana, ejercicio físico, calidad del aire, una estrategia de movilidad inteligente y prevención de elementos peligrosos en el trabajo son otras tantas acciones prioritarias.
Al Plan contra el cáncer se van a dedicar 4.000 millones de euros.
Desde la perspectiva española, cabe remarcar el protagonismo de la Estrategia de Medicina Personalizada de Precisión, fruto de los acuerdos alcanzados en el Senado en 2019, que merecieron una favorable acogida en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
Esa Estrategia y la específica del Cáncer requieren una agenda concreta y, por supuesto, mucha colaboración institucional y acuerdos entre el sector público y privado, además de recursos económicos generosos.
Al Plan contra el cáncer se van a dedicar 4.000 millones de euros
Produce sana envidia lo que en este aspecto se ha hecho en países tan distintos como Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Francia, Italia. Alemania u Holanda. Todos ellos rivalizan en planes, iniciativas colaborativas e inversiones millonarias.
Sería importante que en España el déficit se viera paliado con los fondos europeos post COVID.
En todo caso, la Estrategia acierta cuando pone el foco en una serie de campos de mejora:
- Mejoras en la prevención y cribado.
- Mejoras en la organización sanitaria, garantizando la continuidad entre niveles asistenciales, entre Atención Primaria y Especializada.
- Mejoras en el acceso temprano y ágil a pruebas diagnósticas.
- Mejoras en el acceso equitativo a tratamientos farmacológicos.
- Mejoras en la gestión y tratamiento de datos (historia clínica e inteligencia artificial).
- Mejoras en el apoyo psicológico.
- Mejoras respecto a hábitos alimentarios y frente sedentarismo.
- Nuevas aptitudes y cambios de cultura, erradicando toda forma de estigmatización social y de discriminación laboral.
Para que estas mejoras lleguen a ser una realidad tangible es imprescindible reforzar la cohesión del SNS y potenciar los derechos de los pacientes, lo que, entre otras cosas, significa:
- Actualizar la Cartera Común de Servicios.
- Erradicar barreras burocráticas generadoras de desigualdades territoriales.
- Revisar protocolos y guías terapéuticas.
- Introducir nuevos modelos y más transparencia en materia de financiación.
- Evitar que la eficiencia económica llegue a subordinar la eficacia clínica.
En suma, el Plan Europeo y la Estrategia española deben serlas potentes palancas que permitan lograr nuevos avances en la lucha contra el cáncer.