Hay general coincidencia en que la Medicina Personalizada de Precisión va a producir profundos cambios en los sistemas sanitarios y que gracias a ella se generarán mejoras sustanciales en el diagnóstico y tratamiento de un amplio espectro de patologías. Sin embargo, sucede que su implantación varía considerablemente según los países.
Francia, Italia, Alemania, Reino Unido o Estonia figuran en la vanguardia europea. España ha empezado a despegar más tarde, a impulsos de la ponencia sobre Medicina Genómica en el Senado.
En todo caso, la Medicina Personalizada de Precisión conlleva importantes retos a los que habrá de hacer frente nuestro Sistema Nacional de Salud. Afectan a su organización, a los recursos humanos, a las inversiones, al equipamiento y al modelo de financiación. Ahora bien, para su desarrollo efectivo un factor decisivo es la disponibilidad de biomarcadores.
Los biomarcadores (sustancias biológicas, alteraciones genéticas y, en su caso imágenes) son tan importantes, porque aportan datos precisos y relevantes para poder evaluar un proceso biológico normal, un estado patogénico o la respuesta a un tratamiento farmacológico.
También lo son, porque contribuyen a la investigación y a conseguir niveles óptimos en el uso de medicamentos en términos de coste-efectividad, lo que, al final, repercute en la sostenibilidad del sistema sanitario.
“Si de verdad queremos apostar por la Medicina Personalizada de Precisión tendremos que apostar por los biomarcadores”
En consecuencia, cabría decir que, si de verdad queremos apostar por la Medicina Personalizada de Precisión tendremos que apostar por los biomarcadores.
Por eso, ha de valorarse como un acierto de las autoridades sanitarias que en la elaboración del Anteproyecto de Orden de modificación de la Cartera Común de Servicios haya abierto el camino a la incorporación de los biomarcadores a nuestro SNS.
Cuando esa Orden se apruebe, se habrá dado un paso adelante, de singular importancia, para hacer real la Medicina Personalizada de Precisión.
Al mismo tiempo, la incorporación de los biomarcadores a la cartera de servicios permitirá el acceso equitativo a los pacientes, eliminando desigualdades territoriales e incluso entre hospitales.
En esta misma y positiva dirección se inscribe la moción aprobada en el Senado en octubre pasado; una moción que contó con un amplio respaldo. Aquella iniciativa parlamentaria recaba del ejecutivo una cartera de biomarcadores y también un modelo de financiación bien definido,
Veremos qué ocurre y en qué términos se aprueba la Orden Ministerial, pero lo que sí parece evidente es que nuestro sistema sanitario debe contar cuanto antes con los biomarcadores, porque otra cosa supondría un frenazo a la Medicina Personalizada de Precisión, no mejorar los resultados en salud y, por tanto, un perjuicio para los pacientes.