Se avecinan tiempos difíciles en el sector de la sanidad, sector que no es inmune a los problemas de la globalidad de otros sectores a cuenta de los dineros. Con el problema que hoy nos presenta el gobierno de España por la “condonación de la deuda de las comunidades autónomas” quiebran, una vez más, valores reconocidos constitucionalmente que alteran las constantes vitales de nuestro estado de derecho.
Con motivo del borrador de la nueva Ley del Medicamento dado a conocer a finales de 2024 quiero centrarme en lo referente al copago de medicamentos en función de la renta, cuestión esta que se antoja complicada, si es que se quiere ser justo.
La Administración del Estado siguiendo la estela de las modificaciones de la legislación comunitaria viene obligada a la remodelación de la legislación interna para su adaptación y uno de los aspectos más críticos es el copago, recogido el RDL 16/2012.
La izquierda en España piensa que alcanza un mayor índice de “progresismo” cuando el copago lo basa en la renta con aportaciones de las rentas más altas de hasta un 65%, aunque también piensan en una protección “adicional” para pensionistas.
La base de todo lo anterior viene de un estudio económico llamado “análisis de equidad y sostenibilidad presupuestaria del sistema de copago farmacéutico en España”, con simulaciones hechas con datos de la Agencia Tributaria y el Ministerio de Sanidad, basado en tramos de renta, que a juicio de expertos concluyen que la distribución de la carga es muy desigual, en contra de la opinión de los autores que apuestan por la igualdad basada en lo no distinción entre personas activas y pensionistas.
‘Se impone un criterio de buena gestión y gobernabilidad’
Verdad es que en el fondo de todas las controversias como la anteriormente citada está la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud que cada día se antoja más complicado, sabiendo y conociendo la carga fiscal que recae sobre los ciudadanos españoles, agravada por las ocurrencias políticas con fines espurios, ocurrencia esta última de perdonar la deuda de forma irregular a las comunidades autónomas no avalada por quienes están legitimados para dar o no el visto bueno, sabiendo, además en principio, que no se les pone a las comunidades ningún condicionante en el futuro endeudamiento que pudieran contraer.
Todo lo políticamente correcto y, por supuesto, lo incorrecto repercute económicamente en los bolsillos de los ciudadanos, sabiendo y conociendo los incrementos presupuestarios pírricos que se producen en el sector de la salud, (tantos agujeros tiene el saco del dinero estatal por el que se escapan los recursos económicos a raudales), sabiendo y conociendo que el coste de los recursos necesarios a poner a disposición de los ciudadanos aumentan exponencialmente, pero el aumento necesario no se materializa, con una población cuya cronicidad aumenta, aunque simplemente sea por la edad y con un incremento poblacional imperceptible.
A falta de estos recursos necesarios e insuficientes en sanidad, conociendo que el factor salud depende de múltiples circunstancias externas y no de la voluntad de las personas, circunstancias que hacen que enfermemos en contra de esa voluntad, se impone un criterio de buena gestión y gobernabilidad.
El Consejo Interterritorial, cuya presidencia ostenta el Ministerio de Sanidad, tendría que ser un órgano de extraordinario y riguroso control para cumplir lo que de dicho Consejo emane, pero, entiendo que desgraciadamente este órgano de “gobierno” tiene deficiencias estructurales y constitutivas que debieran estudiarse y corregirse para que fuera verdaderamente operativo.
Mucho es el camino que queda por delante y pocos medios y recursos para recorrerlo; pretender correr una maratón con las deportivas agujereadas en la suela no parece que sea la mejor forma para, al menos, alcanzar la pretendida meta. Ojalá me equivoque y lo que hoy digo no se haga realidad, pero la niebla es tan espesa que no se atisba un camino claro y tampoco los ciudadanos estamos ya muy dispuestos a seguir pagando las fiestas de algunos, sean estos quienes fueren.