El Sistema Nacional de Salud (SNS) español, a pesar de ser reconocido internacionalmente por su calidad y universalidad, enfrenta una serie de desafíos que requieren una atención urgente. Estos retos se han visto exacerbados a partir de la pandemia de la COVID-19 y por las tendencias demográficas y socioeconómicas actuales.

Se plantean, con carácter general una serie de principales retos principales como son:

Envejecimiento de la población. El aumento de la esperanza de vida conlleva un incremento en la demanda de servicios sanitarios, especialmente en atención primaria y especializada para enfermedades crónicas.

Escasez de profesionales sanitarios. Existe una escasez de médicos y enfermeros, especialmente en determinadas especialidades y regiones, lo que genera sobrecarga de trabajo y listas de espera.

Financiación. La sostenibilidad del sistema es un desafío constante. Los recursos son limitados y la demanda de servicios crece, lo que obliga a buscar soluciones para optimizar el gasto y garantizar la calidad de la atención.

Fragmentación asistencial. La coordinación entre los diferentes niveles asistenciales (primaria, especializada, hospitalaria) y entre los distintos agentes implicados (profesionales, pacientes, gestores) es claramente mejorable.

Listas de espera. Los tiempos de espera para acceder a pruebas diagnósticas y tratamientos quirúrgicos son un problema recurrente en todas las comunidades autónomas.

Salud mental. La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la salud mental. Sin embargo, los recursos destinados a este ámbito son aún insuficientes.

Cronificación de enfermedades. El aumento de enfermedades crónicas requiere modelos de atención más centrados en el paciente y en la prevención.

Financiación de terapias novedosas y de alto impacto.

Digitalización. La transformación digital del sistema sanitario es necesaria para mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios, pero requiere una inversión significativa y la capacitación del personal.

Algunas de las posibles soluciones pasarían por una mayor inversión en Atención Primaria, fortaleciendo la puerta de entrada al sistema como promoción, además, de la prevención y la salud pública, impulsando medidas de planificación de los recursos humanos, de manera que se impulsen medidas de atracción y retención de los mejores profesionales sanitarios, a través de la mejora en las condiciones laborales y el fomento de formación especializada.

Por otro lado, se requiere una mayor optimización de recursos, de manera que los medios disponibles se utilicen de manera eficiente, promoviendo la telemedicina y la coordinación entre centros sanitarios, lo que se encuentra apoyado en una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones sobre su salud, fomentando así el principio de autonomía, ya que si bien este principio se encuentra legislado en las normas españolas desde 2002 sigue presentando muchas deficiencias.

Una de las asignaturas siempre pendientes es la investigación e innovación. Invertir en investigación para desarrollar nuevas tecnologías y tratamientos, y promover la innovación en la gestión sanitaria. Para ello, es imprescindible la siempre manida colaboración público-privada, estableciendo alianzas con el sector privado para complementar los servicios públicos y mejorar la eficiencia.

Se trata de generar el necesario impacto de las políticas sanitarias en la salud de la población. Las políticas sanitarias deben ejercer una influencia profunda y directa en la salud de la comunidad. Estas políticas deben influir en determinadas áreas, como son:

La prevención de enfermedades: las políticas de vacunación, promoción de hábitos saludables (alimentación, ejercicio, no fumar), y detección temprana de enfermedades crónicas pueden reducir significativamente la incidencia de enfermedades y mejorar la calidad de vida.

El acceso a servicios de salud: garantizar la cobertura universal de salud, es decir, que todas las personas tengan acceso a servicios de salud esenciales sin enfrentar dificultades financieras, es fundamental para mejorar los resultados en salud, ya que no en todos los casos el acceso a la sanidad es tan universal como socialmente se considera.

La equidad en salud: las políticas sanitarias pueden reducir las desigualdades en salud, asegurando que todos los grupos de población tengan las mismas oportunidades de acceder a servicios de salud de calidad. Sin embargo, existen diferentes poblaciones, como son las personas con enfermedades raras, a los que se les niega el acceso efectivo a los medicamentos huérfanos debido al impacto económico que suponen.

Desarrollo de nuevos tratamientos: la inversión en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos y tecnologías médicas puede mejorar el tratamiento de enfermedades y aumentar la esperanza de vida.

Gestión de epidemias y pandemias: las políticas de salud pública son cruciales para prevenir y controlar brotes de enfermedades infecciosas, como lo hemos visto con la pandemia de la COVID-19.

Como hemos adelantado, uno de los mayores desafíos es el envejecimiento de la población ante el enérgico aumento de la esperanza de vida, lo que plantea nuevos retos para los sistemas de salud, que debe adaptarse para atender las necesidades de una población cada vez más envejecida, con mayor cronicidad. Así, las enfermedades crónicas son un creciente problema de salud pública y requieren enfoques de atención más centrados en el paciente que los actuales, para evitar desigualdades en salud, ya que, de facto, las diferencias sociales y económicas siguen siendo una importante barrera para el acceso a la salud.

Es por ello, que el SNS debe estar centrado en el paciente, priorizando sus necesidades y preferencias, promoviendo su participación en la toma de decisiones y ofreciendo servicios personalizados. Además, debe estar basado en la certidumbre, utilizando datos y evidencias científicas para tomar decisiones y mejorar la calidad de la atención, en un entorno colaborativo, fomentando la colaboración entre diferentes profesionales de la salud, instituciones y pacientes, garantizando la sostenibilidad a largo plazo, para lo cual la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, además de las propias tecnologías sanitarias, se convierte en un factor fundamental.

Ante ello, se requiere seguir modelos de gestión sanitaria innovadores. A saber:

Atención primaria reforzada. Fortalece la atención primaria como puerta de entrada al sistema, promoviendo la prevención y la coordinación con otros niveles asistenciales.

Gestión por procesos. Optimiza los procesos asistenciales, reduciendo la variabilidad y mejorando la eficiencia.

Modelos de atención integrados. Integran diferentes servicios sanitarios (física, mental, social) para ofrecer una atención más integral al paciente.

Telemedicina. Utiliza las tecnologías de la información y la comunicación para prestar servicios sanitarios a distancia.

Hospitales sin muros. Extienden los servicios hospitalarios más allá de las instalaciones físicas, utilizando la telemedicina y la atención domiciliaria.

Gestión clínica integrada. Integra la gestión clínica y administrativa para mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios.

Modelos de pago por resultados. Vinculan la financiación de los servicios sanitarios a los resultados obtenidos.

Los beneficios de los modelos de gestión sanitaria innovadores suponen la mejora de la calidad de la atención, ya que se centran en la calidad de la atención y en la satisfacción del paciente, garantizando una mayor eficiencia al optimizar el uso de los recursos, reduciendo los costes, a la vez que facilita el acceso a los servicios sanitarios, especialmente a las poblaciones vulnerables, lo que facilita una mayor satisfacción del paciente, al sentirse más involucrado en su propio cuidado, valorando esta atención personalizada.

Sin embargo, los rígidos modelos actuales presentan barreras que dificultan el alcance de los resultados pretendidos. Entre ellos se puede destacar la enorme resistencia al cambio del sector público en la implementación de nuevos modelos de gestión sanitaria. Además, se requiere una determinada inversión económica, ya que, entre otros, la adopción de nuevas tecnologías y la formación del personal requieren una inversión inicial: inversión que debiera acabar con la falta de interoperabilidad de los sistemas informáticos, que dificultan la eficiencia en la gestión, ante la ausencia de estándares comunes. También la rígida legislación administrativa supone un obstáculo para la implementación de nuevos modelos.

Especialmente importante es la implantación de nuevos modelos de gestión sanitaria en las enfermedades crónicas al suponer uno de los mayores desafíos para el SNS. Su manejo requiere de enfoques innovadores que vayan más allá de la atención episódica y se centren en la prevención, la gestión proactiva y la mejora de la calidad de vida de los usuarios. Los modelos tradicionales de atención sanitaria, centrados en episodios agudos, no son suficientes para abordar las necesidades de estos pacientes. Se requieren modelos que promuevan la autonomía del paciente, ya que ciudadanos cada vez más informados quieren ser más activos en la gestión de su enfermedad, a la vez que los diferentes niveles de atención y los distintos profesionales, deben estar mejor coordinados.

Algunos modelos de gestión para enfermedades crónicas, o la composición y unión de ellos serían los siguientes:

Modelo de cuidado crónico: este modelo enfatiza la importancia de la organización del sistema sanitario, el fortalecimiento de las relaciones con la comunidad, el apoyo al autocuidado, el diseño del sistema asistencial, el apoyo a la toma de decisiones y el desarrollo de sistemas de información clínica.

Gestión de casos: un profesional de la salud (enfermera, trabajador social) se encarga de coordinar la atención de un grupo de pacientes con enfermedades crónicas, asegurando que reciban los cuidados necesarios y evitando duplicidades.

Programas de educación para pacientes: estos programas empoderan a los pacientes proporcionándoles la información y las herramientas necesarias para gestionar su enfermedad de forma activa.

Redes de atención coordinada: se establecen redes de colaboración entre diferentes profesionales y organizaciones para ofrecer una atención integrada y continua a los pacientes.

Telemedicina: las tecnologías de la información y la comunicación permiten monitorizar a los pacientes a distancia, reducir el número de visitas al médico y mejorar la adherencia al tratamiento.

Modelos basados en la población: se centran en la prevención y la promoción de la salud a nivel poblacional, identificando y gestionando los factores de riesgo de las enfermedades crónicas.

Los modelos de gestión sanitaria para enfermedades crónicas son esenciales para hacer frente a los retos que plantea esta creciente problemática. Al adoptar enfoques innovadores y centrados en el paciente, se pueden mejorar significativamente los resultados en salud y la calidad de vida de millones de personas.

En definitiva, el SNS español se enfrenta a importantes retos que requieren una respuesta coordinada y a largo plazo. Es necesario un esfuerzo conjunto de todas las partes implicadas para garantizar la sostenibilidad y la calidad del sistema sanitario, teniendo en consideración que las estrategias sanitarias desempeñan un papel fundamental en la mejora de la salud de la población. Sin embargo, lograr sistemas de salud equitativos, eficientes y sostenibles requiere un compromiso continuo por parte de las administraciones, los profesionales de la salud y la sociedad en su conjunto.

En este sentido, los modelos de gestión sanitaria innovadores ofrecen una oportunidad para mejorar la calidad y la eficiencia del sistema sanitario. Sin embargo, su implementación requiere un enfoque integral que aborde los desafíos y las barreras existentes por parte de todos los grupos de interés.