Parece que fue ayer…

Por ti no pasan los años…

Cualquiera de estas dos frases las repetimos continuamente, tanto como el tipo de vida más o menos social que llevemos.

Casi siempre con un alto componente de hipocresía y falsedad, muy en contra de los verdaderos pensamientos que atraviesan silenciosamente tu cabeza cuando las mencionas.

Julio Iglesias (es curioso que la recatada palabra “Iglesias” haya aparecido en tantos apellidos de cantantes y otras gentes de vida más ociosa y menos recatada, actores, cantantes, políticos), ya lo decía en el año 1969… “Unos que nacen, otros morirán, unos que ríen, otros llorarán…pero la vida sigue igual”.

Pues sí, aunque en un principio no lo parezca, me estoy refiriendo a la evolución del Sistema Nacional de Salud (SNS) español en los últimos 50 años, más o menos.

Con ello cumplo con la tradición de escribir sobre algún tema general más propio del descanso veraniego, tratando de ser más desenfadado de lo habitual, y considerando que, monográficamente, y de forma más rigurosa, ya lo hemos tratado en esta misma columna de New Medical Economics con anterioridad.

Además, aprovecharé algún párrafo de los expresados en mi intervención personal en un reciente acto organizado por el Círculo de la Sanidad, con motivo de su 25 cumpleaños.

Y son frases decadentes, como nuestra sanidad actual que envejece, sin poner en práctica las soluciones que se conocen, y es lo verdaderamente triste.

Diagnósticos casi siempre acertados hemos hecho todos, pero no se ponen en práctica las soluciones por parte de los decisores, y por la sanidad española “no pasan los años” porque no varía casi nada su aspecto y “parece que fue ayer” cuando se diseñó tras la época franquista .

El sistema ya está viejo en muchísimos aspectos y, para colmo, como pasa con las personas mayores, cada vez cuestan más al presupuesto nacional de gastos, y son más difíciles de mantener o su sostenibilidad, para ser más acorde con la terminología al uso.

Desde el año 1986 que se promulgó la Ley General de Sanidad ha habido múltiples intentos legislativos, comisiones de trabajo, informes oficiales y privados (llámese descentralización sanitaria, cambio de modelo de financiación, leyes de cohesión, informe Abril, reconstrucción tras el COVID, etc., etc.), que no han sido más que un continuo bla, bla, bla a efectos prácticos.

Cada uno de ellos merecería un artículo dedicado a él monográficamente, porque el único objetivo que se cumplió fue que las mismas personas, políticos ya con más años a sus espaldas, dijeran las mismas cosas algo adaptadas, terminológicamente, al año en que se producían. Eso sí, unos cobraban más dietas inservibles y otros actualizaban sus egos con olor a naftalina.

Y se repetía una y otra vez la maravilla que fue la elaboración de dicho Informe Abril, como ejemplo de consenso…Pocos se han puesto a revisarlo, al cabo de los años, quizás por vergüenza propia o por la selección natural que nos lleva a todos a la muerte alguna vez.

‘Los gastos de la sanidad suponen el 7% del PIB nacional’

Ni una sola de las conclusiones y recomendaciones plasmadas en aquel “magnífico documento” se ha puesto en marcha nunca.

Fue un ejemplo de consenso, pacto… ¿os suena la palabra?, ¿la habéis oído decir alguna vez a derechas y a izquierdas, …? También inoperativo, fallido. El rimbombante pacto por la sanidad que dicen los que no saben qué decir…cada vez que lo oigo se me revuelve el estómago.

Pero volvamos al año 1986 donde yo he comenzado este análisis, pero solo para comentar que, desde entonces, he sido director en la industria farmacéutica, gerente de distintas clínicas y creador de fundaciones, consultor y docente, entre otras cosas. Distintos subsectores del mundo de la sanidad.

Cambios, cambios, cambios, esta es la única palabra que nos vale para el futuro.

Porque llevo muchísimos años oyendo las mismas cosas, los mismos problemas: listas de esperas quirúrgicas en continuo crecimiento, demoras enormes en consultas, faltas de profesionales asistenciales, problemas con Atención Primaria y nadie, además de hablar, hace nada.

Aunque hay distintos subsectores a velocidades diferentes, la sanidad pública en España, la gran dominante de la asistencia nacional es atrasada e inmovilista en casi todo. Se habla mucho, se legisla y se cumple muy poco.

Es un sector muy egocéntrico, siempre “las mismas caras”, y muy dado a los egos, que se mueve con lentitud ante las innovaciones.

Y no me refiero a las innovaciones en el acceso a medicamentos o equipos (por supuesto también lo es, incluso líderes en los países de nuestro entorno), sino incluso a los pensamientos protectores de corporativismos de los directivos más creativos que componen este sector del cuidado de la salud en España.

No hay más que fijarse en lo tarde que nos hemos incorporado al mundo de la digitalización, muy por detrás de otros sectores no tan importantes para la economía nacional. Recordemos una vez más que los gastos de la sanidad suponen el 7% del PIB nacional, siendo una “palanca” guía y clave para su desarrollo.

Sería clave incorporar talento de fuera del sector, con ideas frescas y diferentes, incluyendo, hoy en día, la mayor parte de las herramientas de la gestión general se pueden incorporar a este sector, como se hace en otros mercados también de corte intervenido y lleno de restricciones.

No se aplican fórmulas modernas de gestión porque no existe la formación adecuada para ello entre la mayor parte de los directivos actuales. Sobre todo, en la sanidad pública, aunque a ello contribuye, como un lastre, el sistema de funcionariado rígido que disfrutamos y que, incluso, perjudica a los mismos funcionarios.

En especial a esa gran parte de ellos que solo aspiran a cobrar a fin de mes, y que no son, precisamente, un ejemplo de creatividad ni de futuro.

Y todo esto “pesa” al PIB interior español porque sus gastos suponen una parte muy importante de él.

Existe un profundo desequilibrio, casi brutal, entre la formación clínica existente, que es muy alta y valorada internacionalmente, gracias al sistema MIR y una  formación en gestión muy baja. No van de la mano, sino todo lo contrario.

Y lo peor es que las tendencias, en este segundo caso, no mejoran mucho y no garantizan un futuro cercano muy alentador.

Hay multitud de opciones de aprendizajes en gestión, de dudosa modernidad, sin avales de garantía, porque son muy difíciles de conseguir. Y solo hay acreditaciones de entidades privadas de poco caché, aunque sean universitarias.

Es imprescindible que empiece a existir un postgrado académico de nivel a lo que, también, podría contribuir la ANECA aligerando plazos de acreditación.

Porque esa es otra…la demonización por parte de algunos ignorantes, solo guiados por absurdas demagogias sobre la colaboración entre el sector público y el privado.

Ambos son imprescindibles. No se concibe una sanidad sin la otra, precisamente debido a esa brecha existente entre la formación clínica y la de gestión.

Otro error: circunscribir esa colaboración solo al llamado “Modelo Alcira”. Esto ya cansa.

La colaboración público-privada no es solo de hospitales, sino de todos los agentes que componen el sector sanitario, entre sí.

Y viene de muy antiguo. Ya a principios del siglo pasado existía en Cataluña un modelo de consorcios que aún perdura.

¿Qué sería de la continua formación profesional necesaria y obligatoria para los profesionales sanitarios si no existiera la industria farmacéutica actual? No se produciría y, como pacientes, nos sentiríamos muy perjudicados.

O entidades como la Fundación Amancio Ortega (y otras) que realizan donaciones importantes en pro del desarrollo tecnológico de los tratamientos en enfermedades raras o mortales. Y si hay que beneficiarlos con algún descuento fiscal…, bienvenido sea, en un tiempo en que tantas partes de España reciben esas reducciones de sus tributaciones de forma no equitativa.

Como gran resumen, hay que revisar el modelo, hay que gestionar mejor, ver la eficiencia del sistema de verdad….

Porque si de verdad se quisiera se haría, pero priman las urnas, los amigos…

En fin, voy a detener ya esta lista de reflexiones generales porque estamos cerca del verano, y es en lo que más pensamos todos en este momento.

Porque seguiríamos hablando, sin fin, de los dobles aseguramientos de la población en aumento, las crecientes lista de espera, la obsolescencia de equipamientos, las tecnologías clave para el sector a corto plazo (la inteligencia artificial, las impresiones 3·D, la robótica y la realidad aumentada), la influencia peligrosa de los healthtuber…, nos quedan temas para tratar de nuestra querida sanidad para la vuelta de las vacaciones, nunca nos faltarán.

Feliz descanso para todos, queridos amigos lectores.