Se cumple el primer aniversario de la pandemia que ha cambiado nuestras vidas. Un año teñido de muerte, soledad, confinamientos y restricciones. Un año del que no hemos salido mejores, simplemente hemos intentado sobrevivir. Y un año en el que hemos tenido que aprender a la fuerza la gestión de lo desconocido, incluso al inicio sin los recursos apropiados.
Pero si algo quedó claro para todos, ya seamos pacientes, familiares o profesionales, es que nuestro sistema sanitario tiene margen de mejora.
Desde la primera línea, se ven las cosas de una manera, y desde los despachos donde se toman las decisiones, de otra. Ni mejor ni peor, simplemente diferente. Decía Mario Benedetti en aquella canción «Ustedes y nosotros». También decía que todos somos más de construir muros, aunque es mucho más efectivo tender puentes.
Nuestro sistema sanitario tiene margen de mejora
Desde hace cinco meses tengo el honor y la responsabilidad de dirigir la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Intensiva del Hospital Comarcal Santa Ana de Motril, del Área Sanitaria Sur de Granada. La segunda y tercera ola prácticamente se han solapado sin descanso, y uno tiene la sospecha de que al final seguimos aun surfeando la primera, que se alarga eternamente entre confinamientos y campañas por salvar lo que sea.
Pero en este tiempo hemos ido vivenciado lecciones fundamentales, mantras que muchas veces parecen obvios pero que han sido históricamente obviados. Cosas tan importantes como que nadie debería morir solo, que las familias son compañeros en el cuidado, que hay que cuidar del cuidador, que necesitamos espacios preparados para poder atender con seguridad a todo tipo de pacientes o que la sanidad universal es incuestionable en un estado de bienestar.
Ahora que me toca compaginar la gestión y la asistencia, creo humildemente que entre el despacho y el pie de cama pudiera estar la clave: intentar entenderse para comprender puntos de vista distintos y buscar un beneficio común. Se antoja fundamental la comunicación efectiva entre ambas partes en estos tiempos tan difíciles, donde los recursos humanos especializados están tan limitados. Y para ello, es urgente invertir en la tecnología punta humana, algo que todos llevamos dentro pero que tenemos poco desarrollada. La escucha activa, la empatía y la compasión son herramientas que multiplican en la Asistencia Sanitaria.
No sé si de esta saldremos mejores, aunque espero que cada vez salgamos más preparados.
Y más humanos.