La dama de la lámpara: cómo los datos salvan vidas
En 1854, en plena guerra de Crimea, un hospital militar en Scutari quedaba lejos de ser un lugar de recuperación. Más bien, se había convertido en un foco de enfermedad y muerte. Aquellos soldados heridos no morían debido al fuego enemigo, sino por enfermedades infecciosas como el tifus, el cólera o la disentería. Los médicos atendían a los heridos, pero nunca era suficiente, acababan pereciendo debido a algún motivo que ignoraban. Para entonces, solo las balas y proyectiles enemigos parecían responsables de la ingente cantidad de fallecimientos. Sin embargo, algo más silencioso y letal estaba en marcha: las desastrosas condiciones del hospital de campaña. Suelos sucios, falta de ventilación, inexistencia