La memoria es esencial, no podemos construir el futuro si no tenemos claro cómo ha sido el pasado y, mucho menos, si no sabemos construir y articular un lenguaje común. Como decía el profesor D. Emilio Lledó: “Los seres humanos somos fundamentalmente memoria y lenguaje. Si no tuviéramos memoria, no sabríamos quiénes somos. Por eso, siempre he defendido la tesis de que tenemos que tener memoria, no solo individual sino también colectiva”.
El sistema español de salud se ha granjeado una buena reputación, y en la comparación internacional parece arrojar resultados más que aceptables en salud y esperanza de vida con un nivel de inversión inferior a la media internacional de países económicamente avanzados. Sin embargo, en los años más recientes este elevado nivel de valoración del Sistema Nacional de Salud (SNS) entre la población se ha visto empañado por un empeoramiento de la percepción sobre el mismo. La preocupación ciudadana sobre su deterioro va en aumento, por lo que es muy importante recuperar la confianza de la población en el SNS, reforzando sus recursos, mejorando la planificación y avanzando en nuevos modelos de gestión, con el objetivo de mejorar en última instancia los resultados y su calidad real y percibida.
‘Es muy importante recuperar la confianza de la población en el SNS’
No nos podemos permitir volver a cometer los mismos errores del pasado. Ahorraré a los lectores una relación de hechos, circunstancias y perspectivas que, aunque nos parezcan actuales (e inamovibles), tienen su origen en el delgado hilo temporal que no logramos deshilachar. Bien es cierto que la memoria es una construcción social que se conforma a partir de una fracción individual; así pues, todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra parte de responsabilidad: ciudadanos, pacientes, profesionales sanitarios, directivos y gestores, políticos, empresarios, etc. La asimetría y la confrontación entre lo colectivo y lo individual de la memoria surge del grado de objetividad que pueda llegar a acontecer en cada uno de los puntos de vista que se derivan de un determinado acontecimiento. Por ello, es tan importante estudiar el pasado, escudriñarlo, desgajarlo, atomizarlo si cabe; solo de esta manera seremos capaces de avanzar hacia la necesaria transformación del SNS, es decir, generando y manteniendo vivas las memorias individual y colectiva.
Los mecanismos de transformación implican de manera obligada el uso del lenguaje, como fundamento inherente al ser humano. A través del lenguaje expresamos emociones y necesidades, atesoramos y practicamos la cognición, la aprehensión de la realidad y, finalmente, en la función de conación, la acción sobre terceros. Estas tres funciones del lenguaje se han de practicar y fomentar, para luego debatir, consensuar y dirigir el avance del SNS hacia un destino de excelencia global.
Para terminar, me permito parafrasear de nuevo al profesor Lledó, recordando que el puente del lenguaje y la memoria nos permite transitar a otra orilla, separada de la nuestra por un río en el que, contra el dicho de Heráclito, por mucho que fluya, siempre corre el riesgo de ser la misma agua (o no).