Las continuas campañas de concienciación sobre la necesidad de mantener medidas de seguridad en la prevención de la pandemia se encuentran obstaculizadas por un muro cada vez más elevado: la desinformación, que mina la confianza en las instituciones y en los profesionales sanitarios. Así lo reflejan diferentes estudios realizados en muchos países, incluido el nuestro, en el que, desde el Instituto #SaludsinBulos hemos ido tomando el pulso a la opinión de profesionales sanitarios y a la población en general a través de encuestas y análisis de la conversación en redes sociales.
Muchas personas son inmunes a la información sobre los peligros del contagio como muchos fumadores lo son con respecto a las imágenes de tumores que se ven en las cajetillas de tabaco. La diferencia es que el comportamiento individual afecta al colectivo, como bien sabemos, en el caso de la pandemia, y que no existen grupos protabaco organizados como sí ocurre con los negacionistas del COVID-19. Y ni siquiera ellos son la principal amenaza a las campañas para prevenir los contagios, sino la infodemia, como ha advertido la OMS. Los bulos del coronavirus se reproducen mucho más rápido que la información veraz porque son más llamativos, y eso favorece muchos intereses, desde servicios secretos (como los rusos) que utilizan bots para desestabilizar democracias, a movimientos políticos que no tienen reparo en manipular datos para atacar a los oponentes, y el más común de todos, el económico. No se trata vender falsos remedios, que también los hay, sino de ganar dinero con la desinformación. Las grandes plataformas de redes sociales, al igual que los medios de comunicación, se financian con las visualizaciones, y cuanto más llamativo sea un titular o una foto (y los falsos lo son) más clicks tienen y más se comparten.
La mera información sobre los peligros del virus no sirve para combatir los bulos, hace falta más. Se ha comprobado que la educación en espíritu crítico sobre la información ayuda a combatir los bulos; que es necesario mejorar la comunicación clínica, la empatía, la comprensión, para no perder la confianza de los pacientes, incluso sin contacto presencial, a través de la teleconsulta. Es importante que existan herramientas de escucha inteligentes en redes sociales que permitan detectar los focos de desinformación y que los profesionales sanitarios se terminen de introducir en las redes sociales, que aprendan a divulgar salud de manera inteligible, incluso en ocasiones con humor.
La mera información sobre los peligros del virus no sirve para combatir los bulos, hace falta más
En todas esas facetas trabajamos en el Instituto #SaludsinBulos y de ello se hablará en II Congreso de Bulos de Salud, que organizamos el 27 de octubre en colaboración con la Escuela de Pacientes de la Junta de Andalucía. En él se abordan desde las causas de los bulos hasta cómo combatirlos, con educación, inteligencia artificial y contenidos basados en el humor. El uso de la tecnología para luchar contra la desinformación será también el foco del Hackathon Salud que tendrá lugar el 21 de noviembre, también de manera virtual, y en el que profesionales sanitarios, expertos en datos y programadores unirán fuerzas para encontrar soluciones digitales que permitan frenar los bulos y divulgar información veraz.
El humor es también un arma poderosa, que cada vez utilizan más los divulgadores de salud. Dos de nuestros cazabulos, nominados al Premio #SaludsinBulos de este año por su actividad frente a los bulos de salud, Gemma del Caño (@farmagemma) y Guillermo Martín Melgar (@farmaenfurecida) lo emplean a diario en sus redes sociales para desmentir los bulos sobre el COVID-19, entre otros temas.
También el humor es el protagonista del Primer Concurso de Monólogos de Humor sobre Bulos de Vacunas, en el que involucramos tanto a mayores y adolescentes (a través de Tiktok) para comunicar los beneficios de las vacunas y desmentir los mitos sobre ellas. A este reto que hemos creado con el Instituto Balmis de Vacunas se nos han unido diversas sociedades científicas y UNICEF.
A pesar de todos esfuerzos, no será suficiente si no colaboramos entre todos para combatir la desinformación y evitar que los negacionistas, los antivacunas, los inconscientes y todos aquellos que se enriquecen con los bulos acaben ganando la batalla de la opinión pública y conviertan esta pandemia en una pesadilla aún mayor. Todos tenemos una responsabilidad, todos podemos colaborar por conseguir una #SaludsinBulos.