Nadie podía imaginarse esta situación.
Una pandemia ha hecho que nos confinemos en nuestros hogares. Todos y cada uno de nosotros con cada una de nuestras situaciones personales y familiares. Es una realidad a la que nos hemos tenido que adaptar rápidamente de un día para otro y a la fuerza. En este escaso periodo de tiempo con tantos cambios, y por desgracia contagios y fallecimientos, hemos ido avanzando y mejorando, por eso estamos seguros que esta situación pasará y juntos venceremos a este fatídico virus. Escalonadamente vamos saliendo de nuestro confinamiento por grupos de riesgo, por lo que nuestros mayores serán de los últimos en volver a “su normalidad”. Esos mayores que son nuestro pilar y nuestra historia, han sufrido un duro golpe y es nuestra obligación moral colaborar en lo que esté en cada una de nuestras manos para conseguir su bienestar.
Todos hemos tenido que hacer un gran esfuerzo por romper de un día para otro con nuestros hábitos y rutinas y no ha sido fácil, pero ¿qué ocurre con los pacientes con demencia ante esta situación de confinamiento y cambio de hábitos? ¿cómo pueden manejar esta situación sus familiares cuando surgen las dificultades de comprensión del problema y de adaptación a las nuevas rutinas y medidas de protección?
En las actuales guías de recomendaciones en demencia y confinamiento por COVID19 se habla de mantener las siguientes pautas. En primer lugar, trataremos de dar pautas para el manejo de pacientes:
Existen unas premisas básicas que son aplicables al conjunto de pacientes con este perfil y son las siguientes:
– Generar nuevas rutinas porque el orden en el día a día y un mantenimiento de horarios genera en la persona un marco de referencia estructurado y positivo.
– Favorecer la estimulación cognitiva con juegos o ejercicios estructurados.
– Fomentar la actividad física con ejercicios cotidianos.
– Mantener el contacto social mediante las nuevas tecnologías y retomar sus aficiones como escuchar música le brindará emociones positivas.
Dependiendo del estadio podemos encontrar:
Pacientes en estadio leve: Pueden tener dificultades para recordar las recomendaciones sanitarias del uso de mascarillas, lavado de manos, no salir de casa, o mantener la distancia de seguridad entre personas al realizar la compra. ¿Qué podemos hacer? Poner recordatorios visuales, cortos y precisos sobre las medidas sanitarias. Podemos dar explicaciones de manera sencilla el motivo por el cuál la persona no puede salir de casa como a él le apetecería. Deberemos realizar una adaptación de rutinas estableciendo horarios regulares e involucraremos a la persona en tareas sencillas que le permitan sentirse útil y ocupado.
Paciente en estadio moderado: La alteración de la rutina en el confinamiento en casa puede provocar desorientación en el tiempo y el espacio, trastornos de ansiedad, irritabilidad agitación psíquica y alteraciones del sueño.
¿Qué podemos hacer? Ayudar a la orientación espacial en el domicilio mediante recordatorios visuales en cada ambiente, mantener el horario del sueño utilizando el dormitorio únicamente para dormir, realizar actividades lúdicas y recreativas así como mantener una rutina diaria de actividad física mediante ejercicios simples y cotidianos.
Paciente demencia severa: La ausencia de terapia complementaria regular puede provocar dificultad para comer, rigidez de las extremidades, trastorno de la marcha postración en cama.
¿Qué podemos hacer? Adaptación de texturas de los alimentos con trozos muy pequeños y si es posible con el uso de espesantes, fraccionar la ración diaria de alimentos en 5 o 6 tomas, darle los alimentos en posición rentada y en un ambiente tranquilo y sin distractores, realizar ejercicios para movilizar extremidades y articulaciones en sesiones de 15 a 20 minutos untar de veces al día y cambios de posición cada 2 horas para prevenir úlceras por presión.
Así mismo, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el cuidador de un paciente con demencia durante este confinamiento en la aparición de alteraciones psicológicas y conductuales. Los síntomas conductuales más comunes son:
– Agitación-agresividad: Ante situaciones como el cansancio, el dolor, la frustración, la desorientación, el miedo o la insistencia por parte del cuidador a realizar alguna actividad, nuestro familiar puede reaccionar ya que todo ello lo percibe como una amenaza.
¿Qué podemos hacer? Deberemos intentar identificar la causa del cambio conductual mediante la observación de dicha conducta.
– Deambulación errática (vagabundeo): Nuestro familiar puede pasarse todo el día (o noche) caminado sin rumbo u objetivo excesivamente y sin mostrar cansancio.
¿Qué podemos hacer? Dejar deambular libremente habiendo eliminado previamente obstáculos que puedan suponer algún peligro.
– Desinhibición verbal y conductual: Cualquier sonido o expresión molesta que puede ser causada por alteraciones ambientales como el frío, el calor o la incomodidad, por causas médicas como el dolor o psiquiátricas como alucinaciones, delirios o depresión.
¿Qué podemos hacer? Identificar las posibles causas que pueden estar generando dichas expresiones molestas.
– Trastornos de la alimentación o del sueño: Aumento o indiferencia por la comida o alteración del ciclo sueño-vigilia suelen ser los principales problemas-
¿Qué podemos hacer? Mantener rutinas y horarios ayudarán a mejorar esta sintomatología.
En segundo lugar, tenemos algunas pautas para los cuidadores de dichos pacientes:
Gran parte de los cuidadores de personas con demencia sufren una significativa sobrecarga física, psicológica y emocional, especialmente cuando no se encuentran con los apoyos (familiares, económicos o institucionales) que les permitan desarrollar la labor de cuidado en unas condiciones favorables que permitan cuidar y cuidarse. Además, la excepcionalidad de esta situación de alarma sanitaria junto a las medidas de confinamiento, agravan la sensación de confusión e incertidumbre ante la preocupación por gestionar de la mejor manera posible el día a día con sus familiares dependientes.
Se recomienda la prevención del síndrome del cuidador a través de la toma de conciencia por parte del cuidador y del entorno que le rodea (familiares, profesionales de la salud y servicios sociales, políticas sociales…) de la necesidad de incluir un plan de autocuidado en su día a día que incluya: descanso junto con técnicas de relajación, reservarse un espacio personal para sí misma, procurar mantener el contacto social con familiares, amigos y otros cuidadores a través de las nuevas tecnologías y velar por su propia salud.
Por último, recodar que la situación actual es temporal y como suele suceder en la mayoría de situaciones difíciles, de ella aprenderemos y encontraremos nuevas oportunidades.
Juntos lo conseguiremos, es un trabajo de todos, pero durante el camino nuestros mayores deben ser una prioridad. Nosotros, lo hemos sido para ellos.
Anabel Campos y Edurne Otegui