¡Cómo pasa el tiempo Mr. Coaching! En nuestra anterior reflexión estábamos cerca del verano, pero “por antes”, y ahora estamos en verano pero cerca de acabar, o sea cerca, pero “por después”. Un galimatías viene bien para despistar al lector y que se centre pensando que no lo está después de leer la sentencia anterior. Yo aún lo estoy pensando, pero vayamos a lo nuestro. A nuestro café y a nuestro tema. Me gustaría seguir con el asunto de decidir. Dejémosle al lector que decida, nosotros tranquilos.
En nuestra anterior conversación, aunque habría que hablar más de monólogo, la verdad, tratamos de los procesos de decisión en general, sus tipos y los motivos que nos hacen decidir. Y también de que el coaching es una metodología que implica decisión. Decisiones meditadas, trabajadas, buscando objetivos muy concretos aunque, difusos al principio muy bien fijados en las primeras conversaciones. Desde esta perspectiva, en el ámbito de la salud, tanto desde la prevención como de la adherencia o la gestión de la cronicidad, se pueden trabajar objetivos que impliquen decisiones de valor y de cambio de hábitos, tal como habíamos comentado en nuestra anterior conversación. Estas son las decisiones que nos interesan y las que interesan al coaching de salud.
Desde este punto de vista podríamos comentar lo que está sucediendo en el “mercado del coaching” y su contacto con el mundo de la salud. Ahora tenemos coaches que comunican que son “coaches de salud o health coaches”, “coaches dietistas”, “coaches deportivos”, “coaches de bienestar o wellcoaches, “neurocoaches”, “coaches para dejar de fumar”, y un largo etcétera.
Todo lo anterior está muy bien aunque tendríamos que hacer la salvedad de que cuando alguien se acerca a uno de estos profesionales, parece que tiene ya una decisión tomada y que el profesional lo que va a hacer es aplicar una metodología distinta a la que haya podido usar hasta ese momento la persona que se ha acercado al profesional. A esta persona, creo recordar que le habíamos llamado “creciente”.
¡Bueno! En el caso más general “health coaching” también podríamos argumentar que se buscarán objetivos de menor nivel (el objetivo general ya viene decidido) y trabajar con ellos con la metodología general del coaching, que para eso son coaches (pido disculpas a estos profesionales por si no he entendido correctamente su misión). Probablemente en este ámbito podrían existir más denominaciones de las aportadas arriba o cualquier otra que exista en este mercado del coaching.
Sobre el resto de profesionales con distintas denominaciones (y que tienen que ver con la salud), considero que están aportando algo de mentorización (conocimientos sobre la materia que tratan). No sé muy bien cómo trabajan porque nunca acudí a ninguno, pero entiendo que aportarán maneras o protocolos establecidos de conseguir el objetivo de salud que se proponen. Espero que dentro de esos protocolos establecidos existan grandes márgenes de trabajo para que el “creciente” pueda decidir de verdad cuál es su compromiso de cambio.
Respecto a lo anterior, pondré el ejemplo del deporte:
Pongámonos en la piel de alguien que ha asumido que esta actividad es buena para su salud (el proceso de decisión hasta llegar aquí está fuera del profesional especializado del que hablamos antes, pongamos por caso, un coach deportivo). Se dirige a este profesional para qué. Pues para que le ayude a decidir un objetivo más concreto y un plan de acción que le lleve a conseguirlo. En el proceso se indagará acerca de sus motivaciones (o lo contrario), sus opciones, sus puntos fuertes, sus oportunidades, así como los obstáculos que se lo puedan impedir o facilidades con las que cuente que pudieran ayudarlo a conseguir. Le ayudará a decidir qué tipo de actividad deportiva concreta quiere y/o puede realizar y su correspondiente Plan de Acción y, por supuesto, el seguimiento del mismo. Como “creciente” ignora qué puede hacer (debe conocer sus constantes, sus datos biológicos y limitaciones o lo que necesite) y es el coach deportivo el que debe hacerle ver que necesite realmente. Esta será la primera decisión a tomar y a la que desde mi punto de vista, estará obligado.
Hemos de suponer que, en función de los resultados, habrá un abanico de opciones a realizar y lo que habrá que trabajar serán las motivaciones que puedan llevarle a decidir realizar una u otra. Lo que le gusta y lo que no. Decidirá en función de sus creencias, valores,… como ya evaluamos en nuestra conversación anterior. Y ahí es donde tendrá que trabajar el coach deportivo. Aquí su conocimiento de la biología, las limitaciones de la edad y del estado físico y psíquico de la persona a la que está ayudando es fundamental. O sea que debe ser mentor o experto sobre lo que está tratando. A lo que voy, es que estos profesionales trabajan con un grado de mentorización elevado y por lo tanto, la capacidad de decisión del “creciente” está más limitada, aunque no del todo claro, si no fuera así, no podríamos llamarlo coaching, aunque sea con algún apellido. El “creciente” ya decidió lo que iba a realizar, ahora debe decidir, la forma y todo lo demás (tiempos, hitos, etcétera). Por volver al deporte: decidió que practicaría deporte, y ahora debe decidir, qué deporte, cuánto tiempo, cómo, dónde, …
Resumiendo, cuando hablamos de decisiones, las tenemos CON MAYÚSCULAS y las tenemos con minúsculas. Las primeras, aunque también pueden provenir de la ayuda de un coach especializado, lo normal es que vengan de procesos de reflexión personal o del trabajo con un coach no especializado pero bueno. Y después, tal vez, vendrá el trabajo y las decisiones concretas con ese coach especializado. La decisión sobre si debe ser el mismo profesional o no, personalmente la tengo clara, pero cada uno debe decidir también.
Como veis, no podemos escapar. Siempre nos persiguen, siempre nos amargan un poco hasta que las tomamos. Y especialmente las de la salud. Comenzar a correr, a ir al gimnasio o conseguir un cambio en nuestra manera de alimentarnos, supone cambios tan drásticos, en muchos casos, que exigirán decisiones con MÁYUSCULAS reforzadas.
Para un coach “sin apellidos” el conocimiento de los procesos neurológicos de decisión es importante porque nuestras creencias y nuestros valores, los motivos mediatos, tienen que ver con cómo se conectó nuestro cerebro en diferentes momentos de nuestra vida. Nuestros hábitos (muchos de ellos perniciosos para la salud), se formaron en momentos concretos y nuestras creencias y valores proceden directamente de ahí, y no al revés.
Y ahora, es momento de decidir parar y tener la esperanza de no haber aburrido. En nuestro próximo encuentro podemos hablar de neuronas, hipocampos, amígdalas, etcérera. ¿qué le parece Mr. Coaching? Pues yo ahora decido parar, usted puede tomarse otro café si así lo decide.