Desconozco si tenemos el mejor sistema sanitario del mundo. Probablemente, depende de lo que midas.
Tampoco me atrevo a asegurar que tengamos a los mejores profesionales. Desde luego, podemos estar orgullosos, pero, otra vez, depende de lo que midas.
Sí puedo asegurar, por otro lado, que tenemos margen de mejora. Midiendo casi lo que midas. Esto es lo que vemos en el Barómetro Sanitario, uno de los mejores recursos para conocer la opinión de la ciudadanía en torno a los servicios sanitarios públicos y cuyos resultados globales del 2024 acaban de ser publicados.
Para conocer el rendimiento o desempeño del sistema sanitario no debemos fijarnos en un único indicador, pero podemos estar de acuerdo en que la opinión de los usuarios de un servicio resulta una métrica muy relevante a considerar. Según el informe del Barómetro Sanitario 2024, los ciudadanos puntúan al sistema sanitario público con un 6,28 sobre 10, por lo que podemos decir que, efectivamente, tenemos margen de mejora.
De hecho, solo el 55% de la población opina que este sistema funciona bien, y el porcentaje de personas que opina que el sistema sanitario “funciona mal y necesita cambios profundos” es el más alto de la serie estudiada, superando el 15% de la población.
No hace falta que seas un experto en gestión sanitaria para conocer la que es probablemente la principal causa del descontento entre la población: las listas de espera.
Las personas que no pudieron ser atendidas dentro de las 24 horas han tenido que esperar casi nueve días de media para ver a su médico de atención primaria. Podríamos discutir sobre si las personas acuden por cuestiones banales al médico o sobre el aumento de las expectativas de la población, pero, desde luego, esta espera media parece excesiva.
Un tercio de estas personas, además, y como parece coherente, se fue a urgencias, lo cual no hace sino acrecentar la excesiva demanda en este nivel asistencial.
La insatisfacción derivada de, mayoritariamente, las listas de espera se aprecian de un modo incluso más evidente con la puntuación recibida de las consultas de atención especializada: un 5,8, rozando el suspenso y siendo el servicio sanitario público peor valorado.
Sin embargo, al igual que hay margen de mejora, contamos con elementos que nos arrojan esperanza sobre las posibilidades de nuestro sistema sanitario público.
El primero de ellos es la satisfacción de la ciudadanía una vez accedido a los servicios sanitarios, con más de un 8,3 de satisfacción en Atención Primaria y un 8,1 en atención especializada. Esto nos hace pensar que la atención recibida sí se percibe con una gran calidad, y que ciertamente solucionando el problema de las listas de espera la satisfacción de la población mejoraría enormemente.
El segundo elemento que nos aporta esperanza es la innovación y los avances tecnológicos, como el uso de la Inteligencia Artificial o avances de telemedicina para redefinir los cuidados en salud. No podremos reducir las listas de espera introduciendo más profesionales sanitarios en el mismo. En sanidad, la demanda termina copando la oferta y, además, el déficit de profesionales con respecto a las demandas de la población es una problemática global y probablemente creciente. Esto, por otro lado, sí se podrá solucionar con avances que redefinan el modelo asistencial, que aporten a los ciudadanos las herramientas necesarias para tomar un papel activo en su salud y por la transformación digital inteligente de nuestro sistema sanitario.
Y lo mejor, las herramientas ya están aquí.
Gonzalo Baquero Sanz, Médico, divulgador y consultor en salud digital
gonzalobaquerosanz@gmail.com