En nuestro último informe sobre la dinámica de entrada y listas de espera para la primera consulta en especialidades, destacamos un fenómeno interesante: históricamente, a mayor número de consultas en atención primaria, se observa una tendencia a la disminución de interconsultas hacia la atención especializada. Esto puede explicarse por múltiples factores, como que, al alcanzar un volumen alto de actividad en primaria, los casos adicionales suelen ser más banales o resolubles en este nivel asistencial.

Hasta el año 2022, el análisis mostraba que este patrón era consistente, pero los datos de 2023 nos presentan una ratificación de esta realidad. Una reducción de casi 15 millones de consultas médicas en atención primaria se tradujo en un incremento de más de 420.000 interconsultas especializadas.

Comparativa por comunidades autónomas

Al observar los datos a nivel regional, encontramos que todas las comunidades autónomas han reducido su actividad en atención primaria respecto a 2022. Sin embargo, únicamente Asturias y la Comunidad Valenciana lograron disminuir el número de interconsultas, reflejando una gestión más eficiente de la presión asistencial entre niveles.

Por otro lado, al comparar la actividad de atención primaria desde antes de la pandemia hasta 2023, vemos que solo dos comunidades —Aragón y el País Vasco— han registrado una actividad global por debajo de los niveles prepandemia.

Frecuentación por tarjeta sanitaria

El número de personas con tarjeta sanitaria sigue creciendo, alcanzando los 47,4 millones en 2023. No obstante, la actividad promedio por persona tiende a estabilizarse, igualando prácticamente los niveles de 2019, con un promedio nacional de 8,6-8,9 actos por persona.

Las diferencias regionales siguen siendo significativas:

Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León, con frecuentaciones cercanas o superiores a 12 actos por persona, lideran el ranking. Estas comunidades suelen tener menor penetración de la sanidad privada y una mayor población rural.

Madrid, Cataluña y Baleares, en cambio, presentan frecuentaciones por debajo de 7 actos por persona, posiblemente debido a la mayor cercanía a hospitales y una mayor penetración de seguros privados.

Incremento de la actividad urgente

Un aspecto destacado es el aumento del peso de la actividad urgente dentro de la atención primaria. En 2023, las urgencias representaron un récord de 9,2 actos por cada 100 realizados, frente al 6,5 registrado en 2020.

Las diferencias regionales son notables:

Madrid, con 2,8 actos urgentes por cada 100, tiene la menor proporción, posiblemente por la cercanía a hospitales y la accesibilidad a servicios de urgencias hospitalarias.

Canarias, con 16,3 actos urgentes por cada 100, lidera en este indicador, lo que puede estar relacionado con factores geográficos y organizativos.

Explorar las causas detrás de estas variaciones puede ofrecer claves importantes, como el impacto de la dispersión poblacional, la distribución de los servicios hospitalarios y el grado de penetración de la asistencia privada.

Profesionales y actividad

La disminución de la actividad en atención primaria no está relacionada directamente con el número de profesionales disponibles. En 2023, la atención primaria alcanzó un récord de 37.000 profesionales (medicina y enfermería).

Curiosamente, mientras la actividad programada crece, la actividad urgente está en ascenso, lo que podría apuntar a un problema de distribución de recursos o una gestión desigual de la demanda asistencial.

Índice de presión asistencial

Utilizando el índice de presión asistencial, que pondera las consultas, interconsultas y desplazamientos a domicilio según el tiempo requerido, observamos una tendencia a la baja en los últimos años. Este descenso se acentuó en 2021 con el auge de la teleconsulta y se ha recuperado parcialmente, aunque sigue siendo inferior a los niveles prepandemia.

Conclusión

Los datos de 2023 confirman que la atención primaria está en un proceso de reajuste tras los desafíos de la pandemia. Aunque la presión asistencial tiende a moderarse, la variabilidad regional y el cambio en los patrones de demanda (más urgencias y menos consultas programadas) sugieren que todavía hay margen para optimizar recursos y adaptar modelos organizativos. Profundizar en estas dinámicas será clave para consolidar un sistema sanitario eficiente y sostenible.