Acaba de salir el informe anual de Gallup sobre “La situación en el lugar de trabajo 2024” y los datos, no es que no sean alentadores, es que vamos a peor.
Hace 10 años Rainer Strack ya advirtió de la gran crisis por el talento y que, en 10 años, o sea, hoy estallaría lo que él llamó “La guerra por el talento”.
Bueno, pues a pesar de las advertencias no hemos hecho nada. Y no se trata exclusivamente de hacer acciones de marketing (día de la familia, aniversarios, etc.) sino de hacer más branding. Es decir, construir una marca capaz de atraer y comprometer al talento. Esto supone un cambio de paradigma en la gestión de las empresas. Hoy, todavía seguimos gestionando como en el siglo XX.
Y es una cuestión de resultados. Gallup estima que el bajo compromiso de los empleados le cuesta a la economía global 8,9 billones de dólares estadounidenses, o el 9% del PIB mundial.
Cuando las organizaciones aumentan la cantidad de empleados comprometidos, mejoran una serie de resultados organizacionales, que incluyen las ganancias, las tasas de retención y el servicio al cliente.
En términos globales, solo el 23% de los equipos están comprometidos y tenemos el dudoso honor de que Europa sea la última en el ranking regional mundial. Estando en el décimo puesto y con solo un 13% de los equipos comprometidos, ¿puede ser peor? Sí. En comparativa con el año pasado no nos hemos movido, es decir, no hay una tendencia positiva. Es decir, el año pasado ya fue así y seguimos sin actuar.
No nos extrañemos si nuestro talento, sobre todo el más joven, sale de nuestras fronteras para dar lo mejor de sí a otras empresas y territorios.
‘Debemos apostar por iniciativas a nivel organizacional que cambien el modelo de gestión y pongan a las personas en el centro’
Si vamos a los datos de España, entonces la preocupación es máxima. Solo el 9% de los equipos están comprometidos y la tendencia ha empeorado un punto respecto a 2023.
Ante esta situación, con datos, no con percepciones, ¿qué estamos haciendo? Poco o nada. Seguimos realizando acciones puntuales para satisfacer a nuestros equipos, pero sin estrategia y lo que es peor sin cambiar el modelo de gestión y liderazgo.
Creo que estaremos todos de acuerdo, de que el estrés es una pandemia en pleno siglo XXI y que existen serios problemas de estrés en los equipos que derivan en problemas de salud mental y de salud en general. En las empresas con malas prácticas en la gestión, y con equipos desconectados del propósito de la compañía, sus personas, tienen casi un 60% más de probabilidades de sufrir estrés que las personas comprometidas que trabajan en entornos con buenas prácticas de gestión. De hecho, los empleados que trabajan bajo mala dirección reportan experimentar “mucho estrés”, aproximadamente un 30% más frecuentemente que los desempleados
Siguiendo con Gallup, en España, el 36% de los equipos siente diariamente el estrés como emoción principal del día.
Tal como apunta el informe de Gallup, los líderes saben que el estrés en el lugar de trabajo es un problema. Lo dicen los datos, los compañeros, incluso lo han sentido en primera persona alguna vez. Muchos hablan de abordarlo, pero a menudo no se pasa de la palabra a la acción y en la mayoría de casos sus acciones son ineficaces.
Es habitual que, para contrarrestar el estrés, en las empresas se realicen acciones de bienestar. Sin embargo, una investigación reciente de la Universidad de Oxford encuentra «poca evidencia que respalde los beneficios de estas intervenciones, incluso con algún pequeño indicio de que sea perjudicial”. Este daño ocurre cuando una mala gestión empresarial utiliza estas actividades como solución. Hay cosas que no se solucionan con una actividad de mindfulness. Y la percepción de que las organizaciones están invirtiendo en áreas distintas a las que los empleados necesitan para realizar el trabajo puede exacerbar el estrés.
Por eso debemos apostar por iniciativas a nivel organizacional que cambien el modelo de gestión y pongan a las personas en el centro.
Ante esta situación, un cambio de liderazgo es imprescindible. Según Gallup, en todos los países cuando el líder está comprometido es más probable que aumente el compromiso de sus equipos. Los líderes representan el 70% de la variación en el compromiso de los empleados del equipo.
Ya no hay tiempo que perder, recuperar estas cifras es un camino de largo recorrido, revertirlas no es fácil ni se consigue de forma inmediata. Es el momento de invertir en una marca empleadora fuerte, capaz de atraer y comprometer el talento.
Como reza la portada de mi libro Tenemos que Hablar de Employer Branding (Amazon 2023): “Estamos en un cambio de era donde la transformación es inevitable. Que las personas estén en el centro, no es una opción. Que los CEO y las marcas tienen una gran responsabilidad, no es discutible”.