Autores: Vergés Milano, Josep; Vergés Milano, Maria Teresa; y Martínez Fernández, Nina.
Las articulaciones son estructuras que unen dos o más elementos rígidos de la anatomía, permitiéndoles desplazamiento (articulaciones sinoviales o diartrosis) o no (sinartrosis y anfiartrosis), cumpliendo en cada caso una concreta función.
Entre sus estructuras, reconocemos las “partes duras” como el hueso y su recubrimiento en los extremos de cartílago hialino que reduce la fricción y contiguo al tejido óseo subcondral, hasta donde llega la vascularización e inervación. Los meniscos que actúan como amortiguadores de golpes entre la tibia y el fémur, tienen la estructura de fibrocartílago, como los discos intervertebrales y las zonas de reparación del cartílago hialino.
En todo caso, las “partes blandas” juegan un importante papel en el óptimo funcionamiento de la articulación (la “salud articular”), distinguiendo la cápsula articular, tendones, ligamentos, membrana sinovial, músculos, fascias, tejido adiposo periarticular, vasos sanguíneos, linfáticos, inervación (sensitiva y motora) y la piel.
Según la estructura concreta, variará el componente celular, pero en todo caso, la sustancia extracelular más importante, será el colágeno, la elastina y la sustancia fundamental, gel formado por el conjunto de macromoléculas como la pectina, proteoglicanos, glicosoaminoglicanos (condroitin sulfato, glucosamina y ácido hialurónico entre otros), las glicoproteínas y el agua. El sulfato de condroitina y la glucosamina son uno de los componentes básicos del cartílago y su ingesta dada su acción antiinflamatoria, forma parte de la condroprotección, retrasando su degradación; así como otros saludables efectos a nivel cardiovascular.
Los tejidos blandos son deformables y más o menos viscoelásticos, dependiendo del predominio de elastina o de colágeno (prácticamente inextensible), lo que les confiere la capacidad de sostener las estructuras, mover y proteger. La edad, inmovilidad prolongada, factores hormonales y la brusquedad aumentan el riesgo de ruptura; mientras que un adecuado entrenamiento puede disminuirlo.
En la cápsula articular, de estructura fibrosa, destaca el colágeno tipo I (mismo que en huesos y piel), que se inserta en el hueso y posee una gran cantidad de receptores propioceptivos que intervienen en la estabilidad y el movimiento; y los nociceptivos responsables del dolor articular.
Los ligamentos cuya función es la de limitar la movilidad uniéndose al hueso en las entesis; frente a los tendones que tienen completamente la función contraria al conecta el músculo con el hueso para ejercer la tracción precisa en el movimiento, tiene una mayor proporción de proteoglicanos y agua, y menos colágeno; siendo ambos, de celularidad escasa. Las zonas de inserción están vascularizadas e inervadas con terminaciones propioceptivas y dolorosas.
Precisamente desde OAFI (Fundación Internacional de Osteoartritis) estamos participando en el consorcio de 12 organizaciones del proyecto europeo TRIANKLE, que desarrolla implantes de colágeno con impresión 3D para pacientes que sufren tendinopatía de Aquiles, con el objetivo principal de reducir el tiempo de recuperación hasta un 50% y aumentar el ratio de funcionalidad hasta un 10-15%; además de mostrar un favorable impacto sobre la calidad de vida de los pacientes (https://www.oafifoundation.com/oafi-participa-en-el-proyecto-europeo-triankle/).
Desde la membrana sinovial siendo muy vascularizada e inervada, participa muy activamente en la nutrición, oxigenación, filtrado de detritus, inflamación y defensa; participando en la producción del líquido sinovial dado que procede del ultrafiltrado del plasma y de esta membrana, destacando entre sus componentes el agua, moléculas de tamaño pequeño como la glucosa que participa de la nutrición de las estructuras no vascularizadas como cartílago y meniscos; así como el ácido hialurónico que como la lubricina, lubrica las superficies, pero además aporta viscosidad; habiendo también diferentes encimas (como proteasas, colagenasas) y mediadores como las prostaglandinas; careciendo en condiciones normales, de hematíes y factores de coagulación. La presión intraarticular debe ser negativa (-4mmHg) lo que produce un efecto de succión que contribuye a la cohesión de las superficies articulares.
La fascia muscular es tejido conectivo de fibras de elastina y colágeno que envuelve tanto los músculos de manera individual, separando unos de otros, como los grupos de músculos que intervienen en un mismo movimiento y a los tendones de los músculos más grandes; favoreciendo su deslizamiento y movimiento adecuado, colaborando con los tendones lo que evita la tensión excesiva y el roce con otras estructuras. Junto al propio musculo, participa activamente en la circulación y tono de las venas y de la linfa; así como en la cicatrización de las heridas. Están inervadas al igual que el músculo con numerosos mecanoreceptores que responden a la presión mecánica, así como terminaciones propioceptivas.
La sarcopenia o pérdida de masa muscular y fuerza, se asocia a la edad avanzada y al sedentarismo, contribuyendo menos al sostenimiento de las articulaciones e incluso aumentando el riesgo de caídas. Hemos de recordar que el magnesio participa activamente en la contracción muscular y en el funcionamiento del sistema nervioso.
El sistema circulatorio vascular y linfático, juega un papel fundamental en la nutrición, oxigenación y, retirada de elementos y exceso de líquido de los músculos y estructuras articulares; mereciendo una atención especial la Insuficiencia venosa crónica, que debido a la laxitud de las válvulas internas, junto al sedentarismo que deja de aprovechar el efecto de bomba muscular que ayudaría al flujo ascendente de la sangre en las extremidades inferiores, principalmente en pies, tobillos y piernas, provoca las varices y edema, afectando a la movilidad de las articulaciones, junto al malestar.
Así pues, las partes blandas son tan importantes como las partes duras, en la función y salud articular, debiendo ser ambas, foco de especial atención.