Información y especialización
La información discurre a una velocidad inusitada y lo que hoy es noticia, mañana es sustituida por otra ya que los hechos y acaecidos emergen a un ritmo vertiginoso, lo cual hace que vivamos inmersos dentro de una burbuja de lo que algunos denominan “infoxicación”, es decir, disponemos de tantos canales, herramientas, vías y formas de comunicación que es prácticamente imposible digerir, e incluso discernir en muchos casos, la calidad de las fuentes y el rigor y objetividad con que están desarrolladas o redactadas dichas informaciones.
Hoy en día, cualquiera puede erigirse en informador con tal de que tenga tiempo suficiente, le guste y domine más o menos el entorno digital, de hecho, son innumerables los casos de personas que comentan o elaboran información en base a sus propios criterios, conocimientos, afinidades o intereses sin ser especialistas y en ocasiones sin estar ni siquiera versados.
El sector de la salud y la Sanidad no es una excepción, más bien forma parte de la regla, siendo un área de especial interés por parte del ser humano y la sociedad en su conjunto, no es de extrañar que fluyan informaciones de todo tipo y condición elaboradas con mayor o menor fortuna, pero que, sin duda, tienen el efecto de tratar de influir en quienes las consumen, bien sea en el terreno de las ideas, en el del cambio de actitudes, o bien para ensalzar o deleznar las bondades de un producto, entorno, servicio o incluso persona.
Tal es así, que el sector sanitario y de la salud no se ha visto exento de lo que los expertos denominan fake news o lo que es lo mismo, noticias falsas que tratan de desinformar y confundir a quienes acceden y hacen caso de sus mensajes. Este, es sin duda un grave problema al que enfrentarnos en una era, la de la información y el dato, en la que el ansia por ser reconocido, leído y seguido se exacerba hasta el punto de alcanzar en algunos casos la obsesión por un like.
En mis cerca de treinta y tres años dedicado a las tareas de comunicación y desarrollo corporativo en diferentes posiciones de la industria farmacéutica, del entorno asistencial y del ámbito de las fundaciones y asociaciones, además de en mi desempeño docente universitario, he visto muchas transiciones y cambios, y a pesar de que parezca mucho el tiempo transcurrido, observo que hay algunas cosas que entonces pusimos encima de la mesa y que a pesar de la deriva del tiempo y los acontecimientos tampoco han cambiado tanto.
Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la necesidad de prestigiar, reconocer, impulsar y fortalecer la función y tareas desempeñadas por los graduados y especialistas en ciencias de la información en la rama o doble rama que cada cual elija y curse en alguna de las universidades y centros especializados de nuestro país.
En este sentido, y aproximando la tarea académica por realizar dentro del ámbito de la salud y la sanidad, se echa de menos la formación de grandes especialistas en este contexto concreto y preciso de la ciencia, expertos que posean los conocimientos suficientes para desempeñar con acierto y solvencia la compleja y difícil tarea de informar con rigor y objetividad acerca de todas las vicisitudes, novedades y circunstancias que rodean al más que difícil y complejo arte de prevenir y sanar, siempre con el ánimo y el foco puesto en el paciente y en su entorno social.
Información e Inteligencia Artificial (IA)
Una realidad fehaciente en el ámbito de la información de salud y sanidad a la que todos asistimos diariamente, es el incremento exponencial de innovaciones e investigaciones relacionadas con el uso y aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) y la ciencia de los datos. En múltiples campos se viene produciendo enormes avances de la ciencia tecnológica que sin duda abre nuevas expectativas, también y especialmente en el entorno de la información biomédica. Hoy nos situamos en el preámbulo de lo que puede significar un modelo asistencial asentado en la personalización en su más amplio sentido, en la prevención con un carácter poblacional, participativo y predictivo, modulado a su vez por una marcada especificidad individual basada en el perfil genotípico y fenotípico de cada persona y en la precisión de las actuaciones, y ante todo ello, los encargados de informar a la sociedad han de estar versados y atentos al resultado y decalaje de esta evolución sin precedentes.
Ciñendo esta reflexión y poniendo el foco en la información, todos hemos escuchado, visto y leído lo que la inteligencia artificial (IA) y el análisis de datos puede llegar a hacer y conseguir a través de herramientas que, permiten obtener información ya procesada, estructurada y dada formato para ser consumida bien directamente o bien necesitada de un ajuste y revisión.
Este hecho, representa un avance impresionante que abre las puertas a nuevos escenarios en los que el análisis de fuentes y estructuras informativas pasa a tener un componente tecnológico indiscutible, y esto tendrá una aplicación práctica en áreas del saber cómo la comunicación e información, el diseño gráfico, el análisis de datos, la docencia o la propia investigación entre otros, y por supuesto, en el desempeño de aquellas tareas que requieran de un tratamiento informativo especializado como es el caso de la salud y la sanidad.
Todo avance supone comprobar y aceptar una serie de beneficios, ventajas y oportunidades a la vez que analizar el impacto, las debilidades y amenazas que puede suponer si su implantación, uso y recomendación no se realiza de una forma adecuada y ordenada; ejemplos tenemos todos en mente de iniciativas potencialmente oportunas y positivas, pero que a la hora de hacerlas realidad generan no pocos imprevistos e inconvenientes, me viene a la mente el vehículo eléctrico, su peso, su autonomía, su recarga y la disponibilidad real de electrolineras entre otras cuestiones necesitadas de respuestas efectivas. Este, tan solo es un botón de muestra de una tecnología de actualidad, perfectamente positiva, pero cuya implantación ha de dar todavía respuesta a múltiples cuestiones que se van generando en el día a día.
Las expectativas son abundantes, pero no debemos olvidar que la tecnología de IA aplicada a la información y la comunicación por sí sola está a una cierta distancia para que sea autónoma y fiable en cuanto a sus contenidos y datos, son necesarias más “horas de vuelo”, ajustes y análisis, y por supuesto contar con la supervisión de especialistas en la recogida, uso, procesado, comprobación y validación de los resultados, y para hacer esta tarea de una forma adecuada es imprescindible la formación especializada no solo en el ámbito de la salud y la sanidad, sino también en el manejo y utilización de este tipo de herramientas de inteligencia artificial y ciencia de datos que tan rápidamente están evolucionando y se están desarrollando e implantando.
Al igual que en la medicina, que cada vez se van incorporando nuevas profesiones adaptadas y versadas en nuevas tecnologías, la comunicación y la información precisa también de profesionales especializados en estas materias para que el resultado final sea el deseado, conciliando agilidad con precisión, rigor, objetividad y fiabilidad de las fuentes y los contenidos. Ello, unido a la especialización de los graduados en ciencias de la información en temas de salud y sanidad, hace interesante y oportuno el desarrollo y seguimiento de dobles grados en estas dos materias que son sin duda simbióticas e imprescindibles ya en el presente, y sin duda alguna en el futuro, así como la generación de cursos de formación continuada focalizados en estos dos asuntos tan de actualidad y con tanto recorrido.
Recientemente leía sobre este mismo tema dos aspectos que no dejan de tener su relevancia, en primer lugar la preocupación de los docentes por el uso de tecnologías de IA especializadas en la elaboración de todo tipo de informes, redaccionales, informaciones y trabajos académicos que de otra forma requieren tiempo y dedicación para compilar, ordenar y elaborar; hasta tal punto que al parecer, ya han ido apareciendo herramientas informáticas que ayudan a detectar cuándo estas técnicas de IA han sido utilizadas para realizar una tarea o un trabajo. Por otro lado, al parecer, se está incrementando la demanda de profesionales que sepan y tengan pericia en el uso y manejo de estas nuevas tecnologías para diferentes posiciones en las empresas y organizaciones, y no cabe duda que, en aquellas en las que se han de manejar un gran número de datos, como es el caso de la medicina o las profesiones vinculadas directamente con la información y la comunicación son claramente candidatas.
Un contexto digital emergente
Cada día nos sorprende con nuevos avances en materia digital, y es cierto que, como dice mi buen amigo Carlos Royo, gran experto en esta materia, además de médico y un gran comunicador, “estamos en la prehistoria de lo que está aún por llegar” en relación con la tecnología y las ciencias digitales de la información y la comunicación.
Ante esta realidad solo caben dos alternativas en mi opinión, formar parte del liderazgo en esta materia, apostando firmemente por su desarrollo, evolución e implantación mediante una aportación de recursos suficiente e impulsando un revulsivo cultural que contribuya a abonar un campo que ya de por sí está abonado; y por otro, formar parte de aquellos que esperan a que quienes invierten decididamente en este terreno altamente productivo y con inmejorables perspectivas, les provean de la tecnología y herramientas digitales que puedan ir surgiendo fruto de sus investigaciones y desarrollos.
El presente y el futuro se abrazan simbióticamente y quien hoy no apuesta por el mañana termina perdiéndolo, es por lo que, en mi opinión, es importante que todos los agentes implicados del sector sanitario trabajen codo con codo multiplicando esfuerzos y sumando recursos para desarrollar y dotar a nuestro país y a nuestro sistema sanitario de los avances que se van produciendo. Solo con la suma de voluntades y el establecimiento de sinergias a través de proyectos e iniciativas colaborativas en todos los órdenes, especialmente en el ámbito de la I+D+i, es como podremos avanzar hacia ese mañana que se viene gestando ya desde hoy.
La información y el dato dicen que es el nuevo pilar de nuestra era y para implicarse y procesarlo adecuadamente no hay nada mejor que abrir la mente, tener amplitud de miras y trabajar también y especialmente con las “luces largas” puestas; el corto plazo representado por lo urgente es necesario abordarlo, pero sin olvidar en modo alguno lo importante, que hoy en día pasa por pensar estratégicamente en las oportunidades que nos aportan los entornos disruptivos que terminan cambiando el statu quo de las cosas.
En definitiva, no es momento de tratar de poner puertas al campo ni de colocar palos en la rueda que dificulten el avance y la competitividad de nuestro país también en materia sanitaria digital, es momento de impulsar y facilitar el conocimiento y el trabajo en red para obtener los mejores resultados, los cuales, sin duda quedarán reflejados en los titulares y las informaciones de los diferentes medios de comunicación, eso sí, desarrollados por los mejores profesionales versados y especializados, con la inestimable ayuda de la innovación digital en forma de IA y ciencia del dato. Sin duda que, si esto se produce, haremos bueno el dicho popular de que “lo mejor está aún por llegar”, también en medicina y en comunicación. Veremos.