Definitivamente no son las cirugías ni su lista de espera el principal problema de la sanidad española, ni aún más la de cualquier sanidad del mundo. Al fin y al cabo, quien espera para ser operado, ya tiene su diagnóstico, su pronóstico y su tratamiento. El problema es mucho mayor en aquellos que están pendientes de que se le diagnostique su enfermedad, la gravedad de la misma y los pasos y tratamiento para su curación, o gestión en caso de enfermedades crónicas.
Es decir, el punto crítico de la Sanidad es la eficiencia y optimización de la actividad ambulatoria, ya sea en primera instancia en atención primaria o en atención especializada. Sin olvidar, que la calidad asistencial, optimización y eficiencia en los procesos de pruebas diagnósticas, tratamientos o cirugía depende de la máxima optimización del proceso de consultas, y más concretamente de las tomas de decisiones clínicas que allí se realicen.
En esa línea, y como continuidad al estudio de atención primaria que en su momento realizamos (en proceso de actualización), desde el Proyecto Venturi hemos analizado en profundidad la realidad de las consultas de especialidades en la sanidad española. Así como el impacto que la pandemia ha tenido sobre ellas.
Los datos son demoledores:
De los 112 millones de consultas de especialistas que deberían haberse hecho de España, sumando dependencia pública y dependencia privada, se dejaron de realizar 16,2 millones (prácticamente el 15%).
Realizando una previsión para 2021, estimamos que para normalizar la presión asistencial a la situación prepandemia deberían haberse realizado 130,6 millones de consultas en ese año, cuestión que se nos antoja imposible de realizar toda vez que la actividad máxima que se registró en este país fue en el año 2019 con 109,5 millones de consultas.
‘El punto crítico de la Sanidad es la eficiencia y optimización de la actividad ambulatoria’
Como venimos comentando, el punto crítico es el proceso de saber cuál es la enfermedad que el paciente tiene. Y dentro de los que están sin diagnóstico, los que más deben preocupar son los que aún no han pasado por consulta. Pues los que están en espera de pruebas o de una consulta de continuidad ya tienen al menos una valoración clínica inicial. Pues bien, según las estimaciones del proyecto venturi 7,53 millones de pacientes no han sido valorados en una primera consulta. Y este dato solamente contempla el diferencial de actividad realizada sobre la prevista. Es susceptible de ser más grave en un análisis más profundo de la demanda asistencial.
La solución se me antoja compleja, toda vez que dos de cada tres consultas de especialistas son sobre pacientes que ya están en proceso diagnóstico. Es decir, de consultas sucesivas.
En el informe hemos desglosado el comportamiento de la actividad pública sobre la privada. Tienen importantes diferencias de comportamiento. Además de un creciente papel de la actividad privada: En el año 2019, la privada suponía el 30% de las consultas de especialidades, Con un crecimiento de nueve puntos porcentuales sobre el año 2010 por un crecimiento interanual en actividad superior al del sistema público. Y con un impacto de la pandemia menor que en el sistema público.
Dada su relevancia para la toma de decisiones y conocimiento de este clave proceso asistencial, seguimos trabajando en este cuello de botella, profundizando en la realidad de cada Comunidad Autónoma y aún más por especialidades. No dejamos de trabajar también sobre la lista de espera, es decir, sobre la demanda no canalizada, pues la contextualización que hemos realizado con este estudio pone de relieve que su peso con respecto a la actividad que se realiza es cada vez una carga mayor y por tanto más difícil de resolver.