El ictus es la primera causa de discapacidad adquirida y la segunda causa de demencia después del Alzheimer y lo peor es que es la segunda causa de muerte (la primera en mujeres) en España.

Aunque en los últimos años, la mortalidad y discapacidad por ictus haya disminuido gracias a las nuevas tecnologías y medidas terapéuticas, se estima en diversos estudios que su incidencia se incrementará en los próximos años.

El ictus se define como un trastorno brusco en la circulación sanguínea del cerebro que puede ser producido por oclusión arteria o por hemorragia.

Puesto que el cerebro necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes, que le llegan a través de la circulación sanguínea, el daño cerebral que produce un ictus depende en gran medida del tiempo en el que dura este trastorno y de la zona que se haya visto afectada. Por lo tanto, saber identificar los síntomas para acudir cuanto antes al hospital, puede ayudar mejorar significativamente el pronóstico de esta enfermedad.

Teniendo en cuenta que por cada minuto en el que una persona sufre detención o disminución de la circulación de sangre en el cerebro se pierden 1,9 millones de neuronas y 14 billones de conexiones neuronales, y que una hora supone un envejecimiento cerebral de 3,6 años y una pérdida de 120 millones de neuronas, el ictus es siempre una urgencia médica. Por ello, ante los primeros síntomas de ictus debe llamarse inmediatamente a los servicios de emergencia.

Los síntomas del ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada y, aunque su tipología depende del área del cerebro que se vea afectada, los principales son:

– Alteración brusca en el lenguaje, con dificultades para hablar o entender.

– Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo. Generalmente afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo en la cara y/o en las extremidades.

– Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión doble o incapacidad para apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual.

– Pérdida brusca de coordinación o equilibrio.

– Dolor de cabeza muy intenso y diferente a otros dolores de cabeza habituales.

La gran mayoría de los pacientes que sufren un ictus suelen presentar una combinación de varios de estos síntomas. No obstante, con solo experimentar uno de ellos, ya es motivo de urgencia.

Una de las claves para el éxito en la atención del ictus es la rapidez con la que se detectan sus síntomas iniciales y se contacta con el sistema de emergencias. La otra, sin duda, es la prevención.

¿Qué se puede hacer para prevenir un accidente cerebrovascular? La edad nos hace más susceptible a sufrir un derrame cerebral, al igual que tener una madre, padre u otro familiar cercano que lo haya sufrido.

No se puede revertir los daños ni cambiar nuestros antecedentes familiares, pero hay otros muchos factores de riesgo de accidente cerebrovascular que se pueden controlar, siempre que los conozcamos.

“El conocimiento es poder “

Si sabemos que un factor de riesgo en particular está dañando nuestra salud y predisponiéndonos a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, podemos tomar medidas para aliviar los efectos de este riesgo.

Existen varias formas de empezar a controlar los riesgos asociados al accidente cerebrovascular, antes de que esta patología aparezca.

“Es más fácil prevenir malos hábitos que romperlos”, Benjamín Franklin.

El 90% de los casos de ictus se podrían evitar con una adecuada prevención que pasa por la corrección y tratamiento de los factores de riesgo modificables:

Control tensión arterial

La tensión arterial alta es un factor enorme, que duplica o incluso cuadriplica el riesgo de accidente cerebrovascular si no se controla.

Debemos monitorizar la tensión arterial y si esta elevada tratarla con el médico.

El objetivo principal es mantenerla en torno a 120/80. Aunque existen pacientes que por otras razones indicadas por su médico su meta es menos agresiva 140/90.

Recomendaciones:

  • Reducir la sal en la dieta a no más de 1500 miligramos al día.
  • Evitar los alimentos con alto contenido en colesterol, como las hamburguesas, el queso y el helado.
  • Comer 4-5 piezas de fruta y verdura todos los días, una porción de pescado dos o tres veces por semana y varias porciones diarias de granos integrales y productos lácteos bajos en grasa.
  • Ejercicio: al menos 30 minutos de actividad al día y más, si es posible.
  • Dejar de fumar en caso de que se haga.

Bajar de peso

La obesidad, así como las complicaciones derivadas de ella (incluidas la tensión arterial alta y la diabetes), aumentan las probabilidades de sufrir un derrame cerebral. Si se tiene sobrepeso, perder tan solo 10 kg. puede tener un impacto real en su riesgo de accidente cerebrovascular.

El objetivo saludable es mantener un índice de masa corporal IMC de 25 o menos, debemos trabajar con profesionales de la salud para elaborar un plan de pérdida de peso personal.

Recomendaciones:

  • Tratar de comer una dieta de 1500-2000 calorías /día (según su nivel de actividad y IMC).
  • Aumentar la cantidad de ejercicio (caminar, jugar al tenis, correr, etc.), haciendo que el ejercicio forme parte de la vida diaria.

Aumentar el ejercicio físico

El ejercicio contribuye a perder peso y bajar la tensión arterial, pero también se destaca por sí mismo como un reductor de accidentes cerebrovasculares independiente.

El objetivo es conseguir hacer ejercicio a una intensidad moderada al menos cinco días a la semana.

Recomendaciones:

  • Dar un paseo por el lugar de residencia después de las comidas.
  • Apuntarse al gimnasio con amigos.
  • Hacer ejercicio con intensidad moderada (alcanzar el nivel en el que se respira con dificultad, pero aún podemos hablar).
  • Subir a la vivienda por las escaleras, no hacer uso del ascensor.
  • Si no se tiene 30 minutos consecutivos para realizar ejercicio, dividirlo en sesiones de 10 o 15 minutos varias veces al día.

Si se bebe, no hacerlo o hacerlo con moderación

El objetivo es no beber alcohol o hacerlo con moderación. Una vez que se aumenta la cantidad al día de alcohol, el riesgo aumenta considerablemente.

Recomendaciones:

  • No tomas más de un vaso de alcohol al día.
  • Considerar como primera opción el vino tinto, ya que algunos estudios sugieren que podría ayudar a prevenir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
  • Cuidado con el tamaño del vaso, el tamaño estándar es una copa de vino o una cerveza

Tratar la Fibrilación auricular

La fibrilación auricular es una forma de latido cardíaco irregular que hace que se formen coágulos en el corazón.

Esos coágulos pueden viajar al cerebro y producir un derrame cerebral.

La fibrilación auricular conlleva un riesgo casi cinco veces mayor que el accidente cerebrovascular y debe tomarse muy en serio.

El objetivo es detectar si tenemos fibrilación auricular y si es así recibir tratamiento.

Recomendaciones:

  • Si tienes síntomas como palpitaciones del corazón o dificultad para respirar, consultar a su médico para un reconocimiento.
  • Es posible que el médico nos prescriba un medicamento anticoagulante de acción directa para reducir el riesgo de accidente cerebrovascular por fibrilación auricular.

Tratar la diabetes

Tener niveles altos de azúcar en sangre daña los vasos sanguíneos con el tiempo, lo que aumenta la probabilidad de que se formen coágulos en su interior.

Nuestro objetivo es mantener los niveles de azúcar en sangre en rango.

Recomendaciones:

  • Controlar el nivel de azúcar en sangre según las indicaciones del médico.
  • Usar dieta y ejercicio, aparte del medicamento prescrito para mantener los niveles de azúcar dentro del rango recomendado.

Dejar de fumar

Fumar acelera la formación de coágulos de diferentes maneras.

Espesa la sangre y aumenta la cantidad de acumulación de placas en las arterias.

Junto con una dieta saludable y ejercicio regular, dejar de fumar es uno de los cambios de estilo de vida más poderoso que nos ayudará a reducir significativamente el riesgo de accidente cerebrovascular.

Nuestro objetivo es dejar de fumar.

Recomendaciones:

  • Consultar con el médico la forma más adecuada para ayudarnos a dejar de fumar.
  • Utilizar ayudas para dejar de fumar (parches, pastillas, medicamentos, etc.)
  • No rendirse, la mayoría de los fumadores necesitan varios intentos para dejar de fumar. Considerar cada intento como un paso más cerca de vencer con éxito el hábito.

Conclusión

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año 110.000-120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, de los cuales un 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. Actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.

Estas cifras son más que representativas para generar el hábito de control de la tensión arterial, el peso, IMC y llevar a cabo un estilo de vida sano, que pasa por el abandono del tabaco y el consumo moderado de alcohol, reducir peso, hacer ejercicio y reducir la sal en las comidas, entre las principales recomendaciones para el paciente.

Pero también tiene deberes nuestro Sistema de salud para garantizar una calidad de vida a sus pacientes.

Nuestro principal factor de riesgo es la FALTA DE EDUCACIÓN Y PREVENCIÓN.

Es fundamental establecer estrategias de prevención para identificar sujetos que no han tenido ningún evento clínico (asintomáticos) pero que están expuestos a estos factores de riesgo.

Modificar estos factores puede reducir el riesgo de presentar un evento clínico.

Cuando estas estrategias se implementan en etapas avanzadas del proceso (edad media de la vida) el impacto es moderado mientras que hacerlo antes el impacto sería mucho mayor.

El primordial campo de la prevención se debería aplicar a las personas que aún no han sido expuestas a diversos factores de riesgo y de esta manera evitar que aparezcan.

Esta etapa engloba la niñez y la adolescencia.

La niñez es un periodo crucial para establecer la base de los hábitos de la vida, es el momento de interiorizar la salud como una prioridad.

Sin embargo, para reducir la carga de esta enfermedad no es suficiente con trabajar en un factor particular ni en un sector de la población determinado, sino que es necesario el abordaje integral que incluya aspectos emocionales, conductuales y no solo de los propios niños sino de su entorno.

Los programas de promoción de salud deben adaptarse a distintas edades y contextos y puesto que cada persona puede impactar en su entorno inmediato, la propagación puede ser exponencial y estas iniciativas pueden llegar a impregnar un hogar, un aula, todo un centro escolar, el entorno laboral de una empresa o un municipio entero.

Es necesario desarrollar estrategias innovadoras para las distintas etapas de la vida utilizando las herramientas apropiadas a cada caso.

Si se llevan a cabo estas líneas estratégicas de educación poblacional garantizarían la excelencia de la calidad de nuestros sistemas sanitarios, conjuntamente con campañas de detección precoz de los síntomas, control de los principales factores de riesgos, e introducción de nuevas medidas terapéuticas como la creación de unidades de Ictus.

No solo es TRATAR Y REHABILITAR SINO PREVENIR.