Reflexionar acerca de este titular es cuando menos complejo, pero también es cierto que nos encontramos ante una concatenación de citas electorales y una situación del planeta que invitan a pensar que cuando menos los meses y años venideros, en los que las campañas en busca del voto, los cambios consiguientes que van a producir con los recambios y los que ya se están produciendo, pueden afectar de forma directa o indirecta a nuestro sistema sanitario, un sistema que cuando menos su vertiente pública presenta signos de debilitamiento y sobrecarga con notables insuficiencias de todo tipo que impactan directamente en la población, en el paciente en definitiva, en el eslabón más débil.
La reciente pandemia ha puesto al sistema sanitario de titularidad pública en solfa y ha acrecentado los problemas que sufre y padece en términos de, por ejemplo, acceso con listas de espera más que abultadas; equidad en el acceso a la innovación, tanto desde el punto de vista tecnológico como biotecnológico y farmacéutico; cohesión entre los diferentes territorios; universalidad; financiación ya que el presupuesto destinado a Sanidad desde los presupuestos generales del Estado es claramente insuficiente por no hablar de los problemas derivados de la falta de profesionales y su situación laboral o la utilización política del sistema, denostando lo que pueda sonar a cooperación privada-pública o del propio emprendimiento privado en Sanidad.
Relacionado con esto último, estos días, estamos asistiendo al debate en el Congreso, que se hará extensivo a la Cámara Alta, sobre la Ley de Equidad, Universalidad y Cohesión, una Ley que de lo que trata es de impulsar la gestión directa de los centros de titularidad pública (que ha demostrado sus grandes debilidades en términos de eficiencia) a la vez que parece apuntar a la reducción a la mínima expresión la cooperación privada-pública en un momento en el que las listas de espera son desbordantes, la plétora asistencial creciente y por lo tanto, la carga de trabajo de los profesionales sanitarios (deficitarios en número) ingente, la suficiencia financiera no se ha alcanzado todavía, las estructuras e infraestructuras no se encuentran bien alineadas con las necesidades futuras como consecuencia de los enormes retos a los que nos enfrentamos (envejecimiento, cronicidad, innovación creciente en número e inversiones necesarias para su implantación, novedosas formas de enfermar, consecuencias del cambio climático en términos de salud, etc.).
Se afirma que, las razones de esta Ley son «mejorar la vida de la gente y proteger a los más vulnerables» y “realizar una inversión en salud, que es una garantía para la sociedad del presente y especialmente del futuro»; no termino de comprender, cómo sin utilizar todos los recursos disponibles del sistema sanitario, público y privado, se pueden acometer estos principios que dicen que justifican esta normativa; cómo se puede hacer mucho más con mucho menos y especialmente cuando los recursos son deficitarios y la complejidad asistencial es creciente y más y más exigente.
Se echan de menos planteamientos estratégicos, planes a corto, medio y largo plazo que aborden de verdad los problemas que tenemos los ciudadanos en materia de salud y Sanidad. No es de recibo que la espera a una consulta de Atención Primaria o a especialista sea la que es actualmente, por no decir lo grueso de la demora en la consulta a especialista o a intervenciones quirúrgicas. En este sentido, sería bueno saber cuáles son los datos que referencian los excesos de morbimortalidad motivados por las insuficiencias e ineficiencias del propio sistema. Estos datos son los que apuntan certeramente al sufrimiento y la angustia que rodean a pacientes y familiares ya que, la enfermedad requiere agilidad y prontitud en la atención, calidad y seguridad a lo largo de todo el proceso asistencial y los mejores resultados sanitarios y de salud como objetivo fundamental.
Desde la Fundación IDIS, hace ya cerca de dos años, impulsamos una Manifiesto que titulamos “Por una mejor sanidad”, contiene 10 principios sobre los que trabajar y sobre los que es muy difícil no estar de acuerdo con cada uno de ellos una vez que, no define soluciones, sino que apunta aquellos ejes principales sobre los que se debería trabajar aportando soluciones adecuadas y consensuadas.
El documento insta a tener una asistencia sanitaria de calidad. Por ello, se hace necesario apostar por la continuidad asistencial centrada en los pacientes y con la participación de los profesionales, donde se prioricen los problemas urgentes (listas de espera, adaptación a crónicos complejos), y se tenga en mente la creación de una Agencia de Salud Pública plan y un plan frente al rebrote de la pandemia. El documento insiste en la necesidad de contar con la participación de los pacientes y sus representantes a todos los niveles y medir su experiencia. En este sentido, también menciona la posibilidad de implantar herramientas digitales y de facilitar el acceso a los datos de la historia clínica electrónica que son propiedad del paciente.
Con los profesionales sanitarios como mejor activo del sistema, el texto señala la importancia de cuidar sus condiciones laborales favoreciendo la mejora de los roles, profesionalización y el reconocimiento a los objetivos conseguidos y la necesidad de que la sanidad sea colaborativa, que cuente con todos los agentes del sector para lograr los mejores resultados sanitarios y de salud dentro de un sistema sanitario suficiente y sostenible.
Un aspecto que esta iniciativa recoge como fundamental es la equidad que debe subyacer en el acceso a la innovación en materias de pruebas diagnósticas, tratamientos y terapias, entre otras, independientemente del lugar de residencia. Asimismo, la importancia de que la financiación pública garantice la cobertura de la cartera de servicios en todas las comunidades autónomas. Pero también es clave la eficiencia. Así, el manifiesto señala que es preciso que las organizaciones tengan capacidad de gestión estratégica, económica y de personal, de tal forma que se reconozca el esfuerzo y cumplimiento de objetivos y resultados.
El citado Manifiesto insta a que el sistema sanitario esté abierto a planes y reformas basados en la investigación y la innovación responsable incidiendo en la digitalización de sus procesos. En este sentido, tal como muestra el texto, es fundamental realizar una transformación digital (como obligación, no como opción) y que se actualice el parque tecnológico y se desarrollen planes asentados en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y en la medicina personalizada de precisión.
La cooperación privada-pública en materia de innovación digital en salud y Sanidad es imprescindible
Se hace necesario, por otro lado, la transparencia. Por ello, considera la opción de crear una Agencia de Información, Evaluación y Calidad con la colaboración de todos los agentes implicados para medir y comparar resultados sanitarios y, por ende, seguir mejorando. Por último, y tal como recoge el documento, es esencial una financiación adecuada del sistema público que atienda a las necesidades de Atención Primaria y Especializada y de la asistencia sociosanitaria, reforzando el fondo de cohesión interterritorial. Mi duda y pregunta a la vez es ¿qué se ha hecho en estos dos años para que todos estos aspectos vayan a mejor?
En estos días he tenido la fortuna de asistir a una mesa redonda en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo organizada por la Escuela de la Profesión Médica perteneciente a la Organización Médica Colegial (OMC), llevaba por título “El ejercicio privado de la medicina en el siglo XXI”. En este más que interesante encuentro de profesionales se abordaron los diferentes problemas que están afectando a nuestro sistema sanitario y aunque el título circunscribía el debate a la sanidad de titularidad privada, lo cierto es que se habló del sistema sanitario en su conjunto porque no se puede desligar lo uno de lo otro, son parte del mismo todo, lo privado y lo público conviven en el día a día para pacientes y profesionales, y en la calle esta dicotomía hoy politizada no está en la mente de las personas que acudimos con la frecuencia que exige nuestra enfermedad a un centro sanitario.
Más de 11 millones de personas en España tienen provisión y aseguramiento privado, cerca de un 25% de la población (una de cada cuatro personas) existe la colaboración público-privada con sus diferentes modelos tradicionales y otros vinculados a la innovación y la i+D y lo que queremos todos, mejor dicho, ansiamos es que, se nos atienda de una forma pronta, ágil, humana, eficaz, con buenos resultados en cuanto a calidad y calidez, seguridad y resolución asistencial principalmente y que se nos monitorice y establezcan las medidas de prevención necesarias a través del consejo acertado, la recomendación oportuna y el seguimiento consecuente.
Como ciudadano de este país pido y espero que, se escuche el oxímoron del clamoroso silencio de los pacientes, sus organizaciones y asociaciones, así como de los profesionales sanitarios y del tejido sociosanitario que, debería ser considerado como una continuidad del sanitario puesto que, refleja lo continuo de la vida y de la necesidad de atención a lo largo de ella, especialmente en los momentos en los que el ser humano presenta condiciones de mayor vulnerabilidad, inestabilidad y fragilidad.
El sufrimiento no lo alivian ni los datos, ni mucho menos los eslóganes, ni las razones que cada cual pueda aportar al debate social, lo calma el abordaje preciso de los problemas que a su vez reflejan las necesidades de una población cansada y cargada de una sucesión incesante de noticias a cada cual peor que impactan directamente en sus condiciones de vida, calidad y bienestar. Es hora de decir que el Estado del Bienestar tantas veces invocado, tal y como lo conocemos, plantea hoy enormes retos de sostenibilidad y para razonar esta afirmación o consideración no hay nada más que ver los datos que apuntan a este horizonte.
Finalmente, un apunte relevante a este siglo XXI marcado por la salud y la Sanidad como uno de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos y gestores, el diseño del futuro en términos de garantía de sostenibilidad y puesta a punto para afrontar sus enormes retos pasa por acompasar la ciencia con la implantación ágil de sus resultados. En este contexto la innovación tecnológica se hace imprescindible, que impulsemos y generemos espacios de fomento de la innovación en todos los campos, pero especialmente en el de la salud y la Sanidad es clave.
Estamos en antesala de todo lo que va a suponer la revolución digital disruptiva, un hecho que supone ya, pero va a significar más todavía si cabe, un cambio radical en la forma de ejercer y desarrollar nuestras funciones. Es por ello por lo que, la cooperación privada-pública en materia de innovación digital en salud y Sanidad se hace imprescindible. Organizaciones, organismos y empresas públicas y privadas han de ir de la mano encontrando espacios de colaboración para desarrollar iniciativas y proyectos que tengan como objetivo el mejorar de forma ostensible las condiciones de salud y bienestar de los ciudadanos.
Proyectos europeos como Harmony, Pioneer y Óptima en cáncer, Facet en procesos de fragilidad y vulnerabilidad, Mopead en enfermedad de Alzheimer, Back-Up en casos de dolor cervical y lumbar, entre otros como Hexin ya en nuestro país. A ello se unen otras iniciativas relacionadas con el análisis y ciencia de los datos en términos de seguridad y fiabilidad extrema como el caso de la red federada de datos Tartaglia o el proyecto Ehden. En España soluciones tecnológicas para la compartición segura de datos como uTile PET (Privacy-Enhancing Technologies) garantizan sin duda que la investigación avance a buen ritmo utilizando todos los desarrollos y avances que permite la ciencia del dato y sus derivadas.
En este contexto de avance tecnológico surgen iniciativas radicalmente disruptivas que indican hasta dónde puede llegar la tecnología digital aplicada a la asistencia sanitaria. Como ejemplo señalo el proyecto Alisse, una iniciativa que, utiliza y a la vez investiga nuevas técnicas de inteligencia artificial de asistencia a los astronautas mediante la toma de imágenes ecográficas con calidad diagnóstica en tiempo real, de tal forma que, las posibles vicisitudes de salud de los tripulantes de las naves espaciales pueden detectarse en fase temprana, ser abordadas adecuadamente y seguir su evolución.
El tren de la innovación no admite retrasos y mucho menos el que tiene como catenaria a la revolución digital; solo apostando decididamente y facilitando su desempeño y desarrollo por quienes la diseñan, investigan, producen e implementan es como, con una atención muy especial a pacientes y profesionales, y poniendo a disposición de la sociedad todos los recursos disponibles es como conseguiremos sacar adelante este navío llamado Sanidad que hoy por hoy presenta dificultades de estructura, orientación y navegación al menos.